El Ayuntamiento de Barcelona se plantea derribar el anillo de la plaza de las Glòries
La opción de anular el 'tambor' elevado comportaría deprimir la Gran Via
Todavía hay una oportunidad de que el anillo viario de la plaza de las Glòries, el enorme tambor elevado que impide que se convierta en el gran centro que había proyectado Idelfons Cerdà, desaparezca. El área de Urbanismo, la de Vía Pública y Josep Anton Acebillo, comisionado del alcalde, analizan la viabilidad de soterrar la Gran Via y modificar la circulación en la zona. No hay todavía decisión, pero ayer mismo se abordó la cuestión en una reunión.
En un acto de la pasada campaña electoral, los máximos responsables de Urbanismo del consistorio -que no han variado tras las elecciones- insistían en que derribar el anillo viario de Glòries era garantizar el colapso circulatorio. Decían entonces que una rotonda de ocho carriles no podría engullir el tráfico de entrada y salida de la Gran Via -unos 140.000 coches diarios- y distribuir el cruce de la Meridiana y ambos lados de la Diagonal. Se negaba tajantemente la posibilidad de deprimir la Gran Via alegando que el subsuelo de la plaza estaba ocupado por las vías férreas y otros servicios.
El derribo del anillo elevado parecía imposible y se apostaba por suavizar el efecto muro del actual tambor, para que fuera permeable. Para ello se proponía eliminar las paredes y permitir que la Diagonal atravesara la estructura. De todas formas, el consistorio optó finalmente por no someter a aprobación inicial la propuesta para evitar la más que previsible respuesta de los vecinos de la zona, que reivindicaban la desaparición de la estructura viaria, y por la proximidad de la campaña electoral.
Durante este verano, el área de Urbanismo ha trabajado en una nueva opción abierta por varios estudios de ingeniería sobre la encrucijada de la plaza. De acuerdo con esos cálculos, los carriles de entrada y salida de la Gran Via podrían discurrir por debajo de la plaza, como ocurre en otros puntos de la ciudad que son nudos viarios importantes, por ejemplo las plazas de Cerdà y Lesseps. En cualquier caso, la depresión de la Gran Via tiene que ir acompañada de una amplia reforma de la actual rotonda que afectaría a un amplio entorno -se apunta un perímetro de dos manzanas- de la encrucijada de los distritos del Eixample y Sant Martí, según explican fuentes conocedoras del estudio.
Si esa posibilidad resulta finalmente viable, en el acceso a Barcelona los vehículos saldrían a la superficie por la Diagonal y no por la Gran Via como ahora, lo que dibujaría un giro de 90 grados frente a la Monumental. De hecho, ése era el giro que se realizaba antes de la construcción del anillo, en 1992. Portavoces del Ayuntamiento de Barcelona señalaron a este periódico que no hay nada decidido y que todavía se está estudiando cuál es la mejor solución.
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