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El consistorio derribará parte del hotel del Eixample que molesta a los vecinos

Un pared no respeta los 6 metros de separación con el edificio próximo

El Ayuntamiento de Barcelona obligará a derribar las obras del hotel de cuatro estrellas que se construye en el pasaje de Aragó si no se respeta la distancia mínima con las fincas colindantes. Así lo manifestó ayer a este diario la concejal del distrito, la socialista Assumpta Escarp, en espera de que los servicios de Urbanismo decidan si la licencia de obras solicitada para el establecimiento, situado entre el pasaje de Aragó y las calles de Villarroel, Casanovas y Consell de Cent, se ajusta a la legalidad. Escarp rechaza que el consistorio haya actuado con "excesiva tibieza" en el caso, contrariamente a lo que sostienen los vecinos.

Escarp recuerda que la primera denuncia de los vecinos del hotel en construcción se formuló el pasado 22 de julio. Dos días después se personaron en el lugar los técnicos y el 29 de aquel mes se ordenó parar los trabajos.

Lo cierto es que el polémico hotel -que se empezó a construir antes de disponer de la preceptiva licencia y con tres plantas de aparcamiento en lugar de las dos previstas- está levantando gran polvareda en esta zona de la cuadrícula de Ildefons Cerdà.

En el plenario del distrito celebrado ayer, los portavoces de los ciudadanos afectados dejaron constancia, con su presencia y sus palabras, de la preocupación reinante. La desazón es comprensible entre quienes albergaban esperanzas de que en esta ruidosa zona de la ciudad se recuperase algún día el interior de la manzana en la que se halla el pasaje de Aragó como lugar de esparcimiento, tal como se ha hecho en tantos otros interiores de manzana. En lugar de tener un recogido parque, en cuestión de días vieron crecer una estructura que casi pueden tocar desde algunos balcones de los primeros pisos.

Para acabar de exaltar los ánimos de los residentes, resultó que las obras del hotel, que cegaban las vistas y reducían la claridad de sus domicilios, excedían con creces al permiso concedido. El aparcamiento subterráneo tenía tres plantas, una más de lo autorizado, y la estructura de hormigón se levantó a una distancia de 5,20 metros de los inmuebles más próximos, en lugar de los seis que marcan las normativas.

Escarp reconoce que la primera inspección se llevó a cabo a petición de los vecinos. Su voz de alarma dio lugar a la primera orden de paralizar las obras. Posteriormente fue la Guardia Urbana la que se percató de que en el solar de la calle de Villarroel, que había ocupado un antiguo edificio de oficinas, se seguía trabajando, lo que motivó la segunda orden de suspensión.

La concejal del distrito señala que la promotora ha actuado de mala fe, valiéndose de la confusión generada por la existencia de varias solicitudes de licencia, y ha incurrido en lo que califica de "faltas graves". Por esta razón decidió abrir un expediente sancionador, aún pendiente de resolución. La concejal defiende a los servicios de inspección porque, en su opinión, "actuaron correctamente, ya que normalmente las obras se revisan una vez acabadas".

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