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Análisis:FÚTBOL | Liga de Campeones
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Balón y dos extremos

Santiago Segurola

El fútbol obedece a viejas leyes y pequeños detalles. De eso trató el partido de Oporto, donde el Madrid se encontró en dificultades cuando desatendió algunos principios básicos. Un error de Casillas produjo el tanto del Oporto. No desvió la pelota hacia un costado y se la dejó a Costinha. Como suele ocurrirle, se resarció con una estirada sensacional para desactivar un remate de Derley y, luego, en un cabezazo de Jankauskas. Casillas, que tiene maneras de gran portero, no domina todavía todo el manual de su puesto. Su fallo, correspondido por la habitual dejadez de la defensa del Madrid en los saques de falta, coincidió con el momento más bajo del equipo, ofuscadísimo en el arranque del encuentro.

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La posesión de la pelota no garantiza el éxito. Desde luego, no figura entre los diez mandamientos del fútbol. Hay gente que va más allá y hasta lo desaconseja. Pero al Madrid, como a todos los equipos que tienen buenos jugadores y una deficiente atención defensiva, le conviene una alta dosis del balón. No sólo es bueno para su ataque: es su mejor forma de defenderse. Sin la pelota y sin ninguna eficacia defensiva, el Madrid pasó un mal rato en la primera media hora. Helguera y Guti no le daban consistencia al medio campo. Ni quitaban ni manejaban el juego.

El regreso de Helguera como medio centro obedece a las dudas que tiene Queiroz. Ya se sabe que le ha retirado la confianza a Cambiasso, primer damnificado del desastre de Mestalla. Helguera es un excelente defensa con alma de delantero. Lo dejó claro en el gol del empate. Se incorporó por sorpresa al área y cabeceó con su facilidad de costumbre. A Helguera le ha bastado un partido para conseguir algo prohibido para la mayoría de medios defensivos, muchos de los cuales se van del fútbol sin marcar un gol. No parece, sin embargo, que sea la solución a los problemas del Madrid. Helguera tiende a la dispersión en el medio campo. Va en su carácter. Y aunque sus cualidades -jugador competitivo, con buenos recursos técnicos, gran cabeceador en el área de ataque- son indiscutibles se ajustan mejor al trabajo de defensa que a las obligaciones de mediocampista. Su olfato para el gol no desaparecerá juegue donde juegue.

Helguera es una solución circunstancial a un problema estructural. Al Madrid le falta un especialista defensivo en el medio campo. Guti acompañó a Helguera con más sombras que luces. Parece apesadumbrado, sin energía ni convicción, dolido por su trashumante vida en el equipo. Nada la permite alcanzar la titularidad, así que comienza a jugar como un suplente. Le sobra clase, por supuesto, y de vez en cuando la saca a pasear. Se enchufó un rato y el Madrid se encontró con lo que más necesita: la pelota. Luego, cumplió con una segunda condición olvidada. Utilizó los extremos y obtuvo resultados inmediatos. Por los costados llegaron los dos primeros goles del Madrid. Solari, que se emboscó en zonas interiores en los primeros instantes del encuentro, recordó sus mejores momentos en el Madrid cuando funcionó en la banda izquierda. Figo tuvo algunos ratos excelentes como extremo derecho. No le hicieron falta mayores cosas al Madrid. Un poco de balón y un par de extremos: algunas leyes no cambian nunca.

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