La última, una de sustos
La feria se cerró con sobresaltos. También con caos y un ¡sálvese quien pueda! en el último de la tarde. Este novillo que cerró el abono, sobrero de Puerto Frontino, sustituyó a uno de la ganadería titular, devuelto sólo por ser muy manso. Feo, muy feo el sobrero. Más de tipo que de cara, con los cuartos delanteros avacados. Y malo de condición. Uno de esos toros que parecen corraleados: aquerenciado a toriles, barbeando tablas y desparramando la vista. Una prenda. Le pegaron dos puyazos duros, que lo dejaron todavía más listo para banderillas. Un caos en este tercio. Pánico en el ruedo y apuros para los banderilleros. El Arqueño no disimuló. Breves muletazos por la cara y a buscar rápido la espada.
Antes de ese novillo saltó uno de María Luisa Domínguez con hechuras de eralote, sobre todo por la cara. Otro novillo enterado desde que pisó la arena. Ocaña lo pasó mal. Fue arrollado en un intento de dar un farol de rodillas y, ya de pie, cobró una voltereta muy aparatosa. En varas castigaron con saña al novillo, que llegó incierto a la muleta. Con peligro y dejando la duda de un posible defecto en la vista. Faena sobre las piernas de Ocaña, apodado El Sombrerero, que, muy descubierto, se dejó echar encima al novillo.
Los sustos de esta segunda parte del festejo tuvieron un prólogo en el novillo de rejones. Muchos pies tuvo ese astado, que hizo pasar lo suyo a José Luis Cañaveral. Rápido, en ocasiones acelerado, Cañaveral se dejó tropezar mucho las monturas y a punto estuvo de ser derribado en un par de ocasiones.
Los dos primeros novillos ya marcaron tan desigual encierro. El primero, justo de fuerzas, fue incómodo. Ocaña, muy ligero, no se dejó sorprender. El segundo fue el mejor. De gran fijeza en la muleta, fue incansable. La faena de El Arqueño tuvo más cantidad que calidad.
Babelia
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