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Reportaje:Apuntes

Nuevas formas de aprender

600 alumnos y 80 profesores de la Universitat ensayan las directrices del Espacio Europeo

"Creo que es una buena ocasión para relanzar el trabajo del alumno, para que no sea sólo alguien tomando notas, que no se duerma en clase", decía el pasado miércoles Noelia, estudiante saguntina de la diplomatura de Educación Social, tras un encuentro en el que le explicaron los nuevos métodos que iba a experimentar en su primer curso universitario, embarcada en un singular proyecto de innovación educativa. También confía Noelia en que haya una "relación más estrecha entre alumno y profesor" y que la enseñanza sea más amena para ambos. Piensa que para el profesor tampoco "debe ser muy divertido estar diciendo siempre lo mismo en clase". Su compañera Camino, de Gandia, había salido de la reunión con la sensación de ser "como conejillos de Indias", aunque también pensaba que "trabajar más en grupo, como dicen, será divertido".

"Os hacéis más responsables de vuestro aprendizaje", dice un profesor al alumnado
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Un trabajo de equipo

Noelia y Camino habían recibido una carta para asistir a esta reunión, al igual que el centenar de compañeros implicados en este programa singular, uno de los 11 proyectos que se ponen ahora en marcha en la Universitat de València, al objeto de experimentar algunos de los métodos y formas organizativas demandadas en las orientaciones para la creación del Espacio Común Europeo de Enseñanza Superior. Cerca de 600 alumnos y 80 profesores empiezan la aventura.

En la Universitat de València hubo la semana pasada siete reuniones informativas de este tipo. Hoy se hará lo propio en la facultad de Matemáticas y, más adelante, en otras tres. Se trata de explicar a los alumnos las implicaciones de cada proyecto. "No sois conejillos de Indias", puntualizaba en una sesión el vicerrector de Estudios, Antonio Ariño, que suele abrir estos encuentros. "No estáis en un plan de estudios nuevo", subrayaba, para que quedara claro que es sólo una experiencia piloto, dentro del plan convencional de la titulación, y que no afecta por tanto al resto de grupos y cursos de la carrera. Antes, Ariño les había hablado del "profesor dictador", el que dicta la lección y del "alumno gandul", el que se fija en quién toma mejor los apuntes para copiarlos, como prototipos a desterrar. "Ni uno ni otro pueden funcionar en este sistema", anunciaba a continuación el vicerrector, porque todos han de estar implicados en "una dinámica participativa".

Bernardino Salinas, director del Servicio de Formación del Profesorado explicaba en detalle en qué van a consistir los cambios que van a experimentar. En el proceso de aprendizaje: "más allá de la clase magistral", "en mayor medida os hacéis responsables de vuestro propio aprendizaje". En las competencias a adquirir: trabajo en equipo, "de lo que se trata es de que podáis enfrentaros a la vida fuera de la universidad". Y, también, en la coordinación: posibilidad de hacer un trabajo coordinado entre varias asignaturas, mayor coordinación de los calendarios de trabajo, exámenes y evaluación.

Ignacio Alfaro, director de la Oficina de Convergencia Europea de la Universitat explicaba el contexto en que se desarrolla cada uno de esos proyectos de innovación y aseguraba: "Somos de los pocos que hemos comenzado a experimentar" en esa dirección. Después, llega el turno del coordinador del proyecto de innovación, que explica cómo se traduce la aplicación experimental de Sistema Europeo de Transferencia de Créditos (ECTS) en cada caso. Llegado este punto, hay que recordar que uno de los objetivos de la convergencia europea es establecer un sistema de créditos común como medio idóneo para facilitar la movilidad estudiantil. Cada curso académico son 60 créditos y para cada crédito europeo se establece un volumen de trabajo entre 25 a 30 horas, que incluye tanto las enseñanzas teóricas y prácticas, como otras actividades académicas o el trabajo del estudiante para preparar exámenes, recoger materiales, etcétera. "Cuarenta horas a la semana es el tiempo que esperamos que trabajéis", aventuraba Joan Maria Senent, coordinador de Educación Social en la sesión informativa correspondiente. A los estudiantes les queda claro que habrá una clara reducción en las horas de clase presencial. Senent les explica que esa reducción va "más allá del 50 %" en el caso de su diplomatura. Ese porcentaje varía según titulaciones. En el grupo piloto de Químicas, por ejemplo, se han reducido "en más de un centenar las horas presenciales, lo que supone alrededor de un 20 %", al decir de Rosendo Pou, coordinador del proyecto de innovación. En el caso de los alumnos de tercero de la licenciatura de Pedagogía, es de un tercio, según explicaba su coordinador, Cruz Pérez, que también les anunciaba la división de la evaluación en dos partes: una prueba escrita sobre contenidos de clase, lecturas u otros aspectos (50% de la nota final) y actividades de carácter práctico (50%).

Como colofón de cada encuentro, a los alumnos implicados en cada proyecto experimental se les informaba de que por cada 10 créditos europeos superados dentro del proyecto de innovación, la universitat les "regalará" un crédito de libre configuración. En la sesión de tercero de Pedagogía, la exclamación de satisfacción fue unánime, al conocer esta gratificación, más conscientes por su veteranía de lo que supone el regalo. Sandra y Carolina, dos de los ochenta futuros pedagogos participantes en esta experiencia piloto, encajan sin sorpresa las innovaciones anunciadas: "Somos del plan del 2000, o sea que ya somos experimentales", comentan no sin cierta sorna. Ambas resaltan como positivo el mayor componente práctico de esta propuesta: "Se aprende mejor que con la teoría" dice Sandra. "Además, antes había alumnos que ni siquiera venían a clase y sólo con los apuntes aprobaban exámenes". Carolina confía, sin embargo, en que "no se excedan con las prácticas en grupo". Las prácticas se potencian en todos los casos, pero varían según áreas. "Trabajo de calle a nivel educativo", en el caso de Educación Social, o trabajo de laboratorio en Químicas, aunque también "visitas a museos o empresas", según pone de relieve Rosendo Pou. Pero la filosofía es la misma: que los alumnos participen activamente en su aprendizaje y busquen sus propios recursos. "El reto que tenemos a partir del lunes [por hoy] es motivarlos", señala Pou, "y darles a entender que no sólo serán químicos", sino profesionales, científicos o ciudadanos.

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