Cristina Rota desvela las claves de su escuela de interpretación en un libro
Alberto Sanjuán, Ana Torrent, Penélope Cruz o Ernesto Alterio aprendieron en su escuela de interpretación la técnica de desbloqueo corporal y expresión de la voz. Cristina Rota (Buenos Aires, 1945), madre de María y de Juan Diego Botto, desvela las claves de su método en Los primeros pasos del actor (Martínez Roca). "Un artista sin compromiso no puede llegar a ser un gran creador, si acaso un buen transmisor de lo novedoso".
La historia del ser humano se alimenta de muchas fuentes. Cristina Rota imparte clases de interpretación desde hace 26 años y lleva 44 en la profesión. "A los ocho años empecé a aprender dicción y música y he participado en más de 60 obras de teatro". Rota llegó a España en 1977 huyendo de la dictadura argentina. Su marido, el actor Diego Fernando Botto, había desaparecido en manos de los militares y ella estaba embarazada de su tercer hijo. A principios del siglo pasado, su abuelo hacia el viaje a la inversa, huyendo de la monarquía. "Las dictaduras te obligan a pensar y a sacar conclusiones. No hay que quedarse en el sentimentalismo ni en la recreación del dolor", añade.
Marx, Engels, Stanislavski o Freud son nombres que Rota cita constantemente. Son sus referentes, "los pensadores que sintetizan la cultura de miles de años", sobre cuyo legado ella trabaja para "reactualizar" su discurso. "Los primeros pasos del actor es un intento de profundizar en el arte de la creación", dice. No le interesan los actores que buscan técnicas como si fueran trucos para resolver sus problemas. "Si la técnica se separa del pensamiento no sirve para nada". La filosofía de su escuela une el compromiso ético del artista con el compromiso social del hombre. Rota no distingue entre actores de cine o de teatro. "Con sólo ver la mirada de un actor notas si está lleno de manierismos. Un actor con tensión es un referente de libertad y eso se nota. Sean Penn transmite ese compromiso y lo mismo pasa con Dustin Hoffman, Pacino o Vanessa Redgrave. Son grandes en escena, son libres y están al servicio de la obra. A mis alumnos les digo: 'Si no tienes trabajo no esperes a que te llamen, crea'. Espero que hayan aprendido que el ser humano busca hasta el final de sus días y que el creador tiene esa obligación porque lo nuestro más que una profesión es una vocación".
Sobre las conflictivas relaciones entre el director y el actor, Rota concluye que siempre hay una lucha. "El director quiere hacer su obra y el actor quiere imponer su triunfo, como si fuera el corazón y la esencia, con lo que la obra queda relegada y pasa a primer plano el enfrentamiento entre ambos por imponerse. Hay actores también muy preparados que llegan al rodaje con su tarea hecha frente a directores que no tienen idea de la totalidad del proceso y que se quedan en el encuadre sin tener en cuenta todos los elementos". Como directora del Centro Nuevos Creadores impulsó la formación de la compañía Nuevo Repertorio para promocionar a los actores que salían de su escuela, pero ahora han dado un paso más y se han estrenado con el cine. Los abajo firmantes, la película que produce junto a Joaquín Oristrell, se rodó invirtiendo los papeles. El equipo al completo estuvo presente desde el primer día en el rodaje y se ha trabajado de forma solidaria. El resultado, según Rota, es que se rodó en tres semanas y que los actores no pasaron miedo, lo que facilitó la imaginación. "Nada se veía como una imposición".
Rota ha dirigido a María y Juan Diego Botto en diferentes montajes. "Fue más difícil educarles que dirigirles en teatro", asegura. Como los Bardem o los Alterio, sus hijos han convivido con la interpretación desde niños y "han pasado de los juegos a la actuación como algo natural, aunque sean actores muy diferentes".
Cada mañana se pregunta cómo es posible que exista la tortura o cómo los seres humanos podemos soportar tanto dolor, pero no es Rota una persona que se deje arrastrar por las emociones. "Estoy agradecida de estar viva y de que mis hijos hayan tenido por lo menos madre". No hace mucho, la familia al completo cenaba en un restaurante madrileño. Kirchner acababa de aprobar el decreto que declaraba nulas las Leyes de Punto Final y estaban celebrándolo. "Hay que agradecer a Garzón lo que ha hecho, pero hubiera sido terrible que los juzgaran en España".
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