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Crónica:FÚTBOL | Copa de la UEFA: ida de la primera eliminatoria
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Barça no da pie con bola

El Púchov castigó el mal partido de los azulgrana con un gol en el tiempo añadido

Àngels Piñol

El Matador Púchov, un modestísimo equipo eslovaco que ayer tuvo que pedir prestado un estadio para jugar la primera ronda de la UEFA, avergonzó al Barça de la manera que más duele: Jambor empató el partido en el último minuto, en el descuento, después de un horroroso error defensivo entre Cocu y Van Bronckhorst. Fue el premio a la constancia, a la ilusión y a la entrega de unos gigantones que se pellizcaron al final del partido por un gol que les supo a gloria. El Púchov se había resignado ala goleada y al final dejó la eliminatoria abierta. Quizá magnificó el potencial real del Barça, que vive del nombre y poco más. El equipo de Rijkaard hizo una terrorífica primera parte y en la segunda no supo cerrar el partido, desaprovechó el bajón físico del rival y desperdició hasta cinco ocasiones de gol. Hasta que llegó Jambor y envió a su afición al cielo por un buen rato.

MATADOR PÚCHOV 1 - BARCELONA 1

Púchov: Bernady; Hricko, Ovad (Brisuda, m.78), Cvirik, Holcik; Gegic, Belak, Jambor, Scripec (Majernik, m.51); Breska y Nemec (Pernis, m.76)

Barcelona: Valdés; Puyol, Reiziger, Cocu, Van Bronckhorst; Xavi, Luis Enrique; Quaresma (Saviola, m.73), Ronaldinho, Overmars; y Kluivert.

Goles: 0-1. M.48. Ronaldinho progresa, se adelanta la pelota en el control y Kluivert la recoge en la media luna para marcar con la derecha. 1-1. M. 92. Jambor remata, anticipándose a Puyol, un centro de Breska desde la derecha, tras un encontronazo entre Cocu y Van Bronckhosrt.

Árbitro: Muftuoglu Kuddusi. Amonestó a Hricko.

Estadio Anton Malatinsky de Trnava. Lleno: 18.500 espectadores.

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La alarma ya había cundido ante Osasuna, pero el Barça dio ayer otra tortuosa vuelta de tuerca. El empate viene a hurgar en una carencias tan tremendas que dan pánico si se atiende a los grandes rivales que aguardan a los azulgrana a la vuelta de la esquina. Su partido fue espantoso. El Púchov, en honor a su patrocinador [Matador], le toreó en la primera parte cuando quiso. No sólo le tuteó sino que se permitió el lujo de bombardearle con una decena de saques de esquina en quince minutos. Su afición se restregó los ojos, hizo la ola, se rindió ante el toque de Breska, suspiró para que el gigantón Nemec viera puerta y celebró con júbilo llegar al descanso con un empate a cero. El resultado no era, ni de lejos, lo peor: era la constatación de que no había tanta distancia entre un equipo modestísimo, antepenúltimo de la Liga de su país, que recibió diez goles hace un año en la primera ronda ante el Girondins, y el Barça, que debería ir directo a un diván para saber qué le pasa. Quizá la sensación que empiezan a tener muchos es que se trata del mismo triste equipo del año pasado salvo la guinda de Ronaldinho.

Rijkaard ha sufrido un clamor estos días para que abriera el campo con dos extremos, pero, al menos ayer, tampoco fue una solución. El problema se adivina de mayor calado. Rijkaard deshizo el tridente, formado por Ronaldinho, Kluivert y Saviola, y dejó en el banquillo al argentino en beneficio de Quaresma, el extremo portugués. Eso es como dejar una mesa de cuatro patas con tres, pero Gerard propició inesperadamente un cambio de táctica. El técnico le tachó del acta de la alineación por hablar por el móvil antes del partido y llamó a Overmars. El dibujo invitaba a jugar por las bandas, pero fue tan inocuo como el tridente. El portugués, bajito, estrelló sus centros ante el lateral que le sacaba un palmo, y el holandés, cuando se escapó, acabó por los suelos. Y el resto ya es conocido: Xavi conduce al equipo en horizontal y a cámara lenta, Luis Enrique está fundido y no es un medio centro, y queda siempre el filón de Ronaldinho que es, de lejos, el seguro del equipo, pese a que ayer falló dos goles cantados. Pero al menos lo intenta. O lo prueba: corre, chuta de cerca y de lejos, da asistencias o teje medio gol. Fue lo que hizo ayer tras el descanso, cuando el Barça salió del vestuario cabizbajo. El brasileño se libró de un defensor y se quedó solo en el área para que Kluivert metiera, esta vez si, el balón en la red. Era la tercera ocasión que lo intentaba y en ésta acertó.

El gol sólo abrirá un pequeño paréntesis en la intensa lluvia de críticas que sufre el delantero holandés cada año y que ahora arrecian con más acritud. Pero no es sólo un problema suyo. Ayer volvió a quedar claro la tremenda dificultad que tiene este equipo para ver puerta. El Barça no aprovechó el bajón del Púchov, rendido físicamente, roto por el esfuezo y desperdició una tras otra todas las ocasiones que creó. Fallaron todos: primero Quaresma, que no fue la panacea que se imaginó ante Osasuna; luego Luis Enrique; después Saviola, que llegó tarde a un contragolpe y al final hasta se contagió Ronaldinho, que tuvo el segundo gol y Bernady le frustró.

Y fue así como el Barça lo pagó. El portero despejó el balón y ahí nació un contragolpe que culminó Jambor para desesperación de Víctor Valdés, que acababa de haber metido una mano prodigiosa ante Breska y aguantaba de pie como ninguno. El Púchov se sintió un campeón, animado por miles de banderitas rojas con el nombre de Matador, y el Barça acabó desquiciado y roto, temiendo lo que le espera.

Ronaldinho, acosado por Belak en una jugada del partido.
Ronaldinho, acosado por Belak en una jugada del partido.ASSOCIATED PRESS

El móvil pierde a Gerard

Pese a que su nombre -Gerard López Segú, con el dorsal 14- figuraba en la hoja oficial de las alineaciones repartida a los periodistas, el centrocampista azulgrana se cayó del once titular en el último momento "por un acto de indisciplina", anunciado a pie de campo por el segundo entrenador, Ten Cate, y confirmado después por Frank Rijkaard. "Ha sido una lástima, pero no se puede utilizar el teléfono móvil en el vestuario antes de un partido. Está prohibido", argumentó. "El jugador se ha equivocado y ha sido penalizado", insistió el técnico azulgrana . "No pasa nada más, pero no lo puedo tolerar. Lo que ha pasado debe servir de advertencia para él y para el equipo. Tenemos que estar concentrados en el encuentro".

Gerard declinó cualquier comentario y, tras posar para una fotografia con seis seguidoras eslovacas, se sentó en el autocar que llevó al Barcelona del campo al aeropuerto de Bratislava. La ausencia de Gerard en la alineación fue cubierta por Overmars mientras Luis Enrique se situaba en el doble pivote con Xavi. Los cambios acabaron por descompensar al equipo, que del tridente utilizado ante Osasuna, pasó a jugar con dos extremos, pues Quaresma sustituyó a Saviola de salida.

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