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Signos

Una vida dedicada al cómic

El dibujante gaditano Ricardo Olivera, 'Fritz', extiende su obra al mercado europeo

Ricardo Olivera (Cádiz, 1961), más conocido como Fritz, dibuja cómics desde que tiene uso de razón. "Nunca he querido hacer otra cosa", confiesa. Impulsor del fanzine Radio Etiophia desde 1989, colaboró con diversas publicaciones locales antes de ver editado en 1999 su primer álbum, Las criaturas de la tierra incierta, de la que actualmente prepara una nueva edición. Pintor, grabador y diseñador gráfico, infatigable visitante de salones del cómic, mantiene un fluido contacto con revistas más o menos especializadas como 2001, la granadina El Batracio Amarillo, la madrileña Novedades, la belga Spirou o la griega 9, donde su firma comparte espacio habitualmente con nombres de la talla de Juan Giménez, Quino o Lewis Trondheim, entre otros.

Fritz se encuentra en un buen momento de su carrera al trascender fronteras y abrirse su obra al mercado europeo, como muestran sus trabajos en la prestigiosa revista belga Spirou y en Grecia. ¿Es difícil abrir mercado fuera de España? "En el cómic todo es difícil, pero ahora lo más difícil es vivir de él en España. Por eso los autores españoles, incluso los más renombrados, tratan de abrirse paso en el extranjero, a fin de que su trabajo sea rentable y les ofrezca un poco más de proyección y satisfacción personal. En mi caso, han sido contactos casuales en el Salón del Cómic de Barcelona lo que me ha permitido publicar fuera", afirma el dibujante gaditano.

Fritz matiza su opinión sobre los salones. A su juicio, el cómic "está muy relegado a eso, pero a la vez los salones están haciendo que el cómic resurja". "La proliferación de estos eventos ha logrado que el público compre cada vez más, y ese optimismo se está notando", manifiesta.

Con todo, el cómic español vive momentos difíciles. Se apuntan recuperaciones que no acaban de confirmarse. Fritz ve buenos modelos a seguir fuera de España. "Habría que tomar como modelo a Francia, intentar llegar a un público que habitualmente no lee cómics, pero al que podría interesarle como le interesan los libros, la música o el cine. Nuestro error es quizá que en los salones se mezcla todo, los lectores de Bola de Dragón con los seguidores de Maus. Eso crea confusión y repele a algunos aficionados", explica.

El lenguaje del cine

Constantemente el cine se inspira y nutre con clásicos del cómic. A Fritz no le convence demasiado esta conexión. "Casi todos los personajes de cómic pierden algo, o mucho, al ser llevados a la pantalla. El cine y el cómic son lenguajes distintos. El lector pone voz y carácter a sus personajes, y luego suele sentirse decepcionado. Además, el cine tiene a infantilizar los guiones de cómic, todo se vulgariza", recalca el dibujante.

Andalucía ha exportado creadores a la Marvel. Pero esta tendencia no parece prolongarse fuera del género de los superhéroes. "Hay muchos artistas interesantes que merecerían mejor suerte. El granadino Enrique Bonet, por ejemplo, me gusta mucho. O Rubén Garrido, que es un clásico. Otros, como Sergio García o Juanjo Guarnido, están publicando actualmente en Francia", reflexiona. "Y se hacen publicaciones muy dignas, como la cordobesa Dos veces breve, aunque como es habitual se distribuye en sitios muy restringidos", comenta el dibujante gaditano.

¿Peligra el relevo generacional de los lectores? "En España ha habido una generación en la que todos hemos leído cómics de niños, cosa que hoy no se ve. Pero confío en el relevo. Siempre habrá lectores jóvenes de cómics, pero quizá haría falta que conocieran un poco mejor a los clásicos, a los autores anteriores a los años ochenta", indica Fritz.

Pasados los 40 dibujar cómics puede provocar llevar a situaciones curiosas. "Más de una vez me han mirado con cierta condescendencia al verme comprar cómics. Pero no hay nada que hacer al respecto: esto es un vicio para toda la vida", concluye.

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