De romanos
No he ido a ver el espectáculo que ha ofrecido Nokia en la Plaza de España, pero por las fotografías que sí he visto en los diarios me ha parecido abracadabrante. Las decoraciones navideñas de El Corte Inglés que suelen ser lo más espectacular que tenemos en esta ciudad no le llega a los tobillos.
Al ver a los esquiadores urbanos bajo el ardiente sol que se ensaña en la Plaza de España pensé que aquello podría ser una montaje de la Metro o el mismísimo Hollywood. El desconcierto que me invadió era igual que el que siento cuando veo alguna obra mastodóntica de las que llevaban a cabo los romanos -los del imperio, que no los de ahora-, a quienes no se les ponía nada por delante. ¿Que había que pasar un río?, pues se hacía un puente. ¿Que hacía falta agua?, pues la llevaban desde donde hiciera falta con un acueducto. ¿Que se encontraban con una montaña que les estorbaba?, pues la agujereaban y hacían un túnel.
Y todo eso piedra sobre piedra y esclavo sobre esclavo, que se dice pronto. Y sin sentimiento de culpa ni ningún otro sentimiento que no fuera el de poder.
Porque ahora no es que seamos mejores, pero por lo menos tenemos pesadillas por la noche, digo yo. Durante algún tiempo creí que Calígula y Nerón, de quienes nos decían que eran los peores -que vaya usted a saber la verdad-, como se creían dioses, dormirían a pierna suelta. Me molestaba bastante tanta frescura impune. Después pensé que, como los dioses no duermen, se volvieron locos por no dormir. Y ya mayorcita comprendí que, durmiendo o sin dormir, siempre hay quienes se creen dioses y nos fastidian.
Por eso, la pista de nieve que Nokia ha colocado en la Plaza de España colgando de la punta del tejado para maravillarnos con su poder y su osadía, a mí, en cambio, me ha decepcionado. Yo estaba muy contenta con esos móviles tan fáciles de manejar, como cosa de niños, como una receta de cocina detallada en sus cantidades e ingredientes, o sea, un artefacto casi casero, y ahora me molesta hacerme a la idea de lo que son capaces. Como si me hubieran estado tomando el pelo.
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