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Pamplona homenajea a Óscar Domínguez, el más oculto de los surrealistas

La muestra antológica reúne una treintena de obras de todas las etapas del pintor canario

No es sencillo configurar una muestra antológica de un pintor como Óscar Domínguez (La Laguna, 1906; París, 1957), el surrealista oculto. Explorando su obra entre colecciones particulares por toda Europa, Caja Navarra ha logrado reunir en Pamplona 34 cuadros del pintor tinerfeño en un particular homenaje a quien fue uno de los máximos exponentes del surrealismo español.

Domínguez se suicidó la Nochevieja de 1957 en París, la ciudad en que vivió y pintó la mayor parte de su vida. Atrás dejaba una larga etapa de penurias económicas, persecuciones políticas, exilios y buena proporción de olvido. Los óleos que cuelgan en la sala Castillo de Maya de la capital navarra arrastran al espectador a una exploración del subconsciente, onírico y fantástico, con evidentes referencias mágicas, mecanicistas y sexuales, propias de la vanguardia surrealista.

Antes de viajar a París y conocer a André Breton en 1934, integrándose en el movimiento que el poeta francés encabezaba, Domínguez ya practicaba una suerte de surrealismo intuitivo, como ponen de manifiesto telas como Sueño o La media (1929), Autorretrato (1933), La boule rouge o Composition surréaliste (1933).

El comisario de la muestra, Fernando Francés, destaca el valor de las decalcomanías presentes en la exposición, producto de una técnica en la que el automatismo psíquico tuvo un protagonismo absoluto. Domínguez inventó ese procedimiento: introducir guache líquido entre dos hojas de papel que eran presionadas de forma incontrolada, procedimiento que tuvo una magnífica acogida entre los surrealistas y más adelante en el expresionismo abstracto. Después introdujo plantillas con formas de animales y objetos, creando lo que llamó "decalcomanías de interpretación premeditada", como Lion Vert, Grisou o La fenêtre, firmadas en 1936.

La muestra no olvida algunos de sus objetos surrealistas y referencias a las armas o a la tauromaquia. Recorre su periodo cósmico (1938-1939), marcado por el automatismo gráfico del fluir del pincel sobre el lienzo.

Metafísica

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El cometa (1949) es un ejemplo de su teoría de la petrificación del tiempo, elaborada en 1939 junto al científico y escritor Ernesto Sábato. La introducción en sus lienzos de formas cristalizadas y estructuras de redes angulosas dio paso al periodo metafísico, más sintético, en el que Domínguez representó toros-minotauros y figuras femeninas (La famille, 1950) con influencias de De Chirico en medio de misteriosas atmósferas en obras como Composición con revólver.

El influjo de Picasso y su acercamiento a la abstracción completan la retrospectiva, abierta hasta el 26 de octubre, de un proscrito autor republicano cuya memoria y obra se ha recuperado parcialmente en los últimos veinte años a través de la adquisición de importantes fondos por parte, por ejemplo, del museo Reina Sofía de Madrid.

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