El Tricicle llena
Apertura de temporada en el teatro Olympia y primer lleno absoluto de la temporada. En la tarde del sábado, prácticamente toda la manzana del edificio del teatro estaba tomada por espectadores de toda edad y condición que deseaban ver Sit en la función de tarde como fuera, mientras otros muchos tenían que conformarse con sacar entradas para la función de noche o para los días siguientes. Ese tumulto, sobre todo si no figuran las desventuras mediáticas de Isabel Pantoja de por medio, es de mucho mérito. Y tanto.
Todo para ver el último trabajo escénico de unos educados y ocurrentes cómicos que ya en Manicómic, el trabajo fundacional de El Tricicle, cuyos miembros ya habían colaborado antes en algunas propuestas de interés, dejaban ver que su humor gestual podía ser más corrosivo que la neutralidad de sus intenciones. Herederos de una curiosa mezcla del humor rápido del cine mudo norteamericano en la mejor de sus épocas y de una afición al non sense de estirpe más europea, Paco Mir, Carles Sans y Joan Gràcia no han dejado de divertir durante más de veinte años a los espectadores con unos montajes repletos de ocurrencias cómicas que algo deben a la mirada del etnólogo que observa los rituales de la conducta humana como el que asiste a un espectáculo desde la cuarta fila del patio de butacas. Se han cachondeado, en una curiosa mezcla de ingenuidad y perversidad infantil, del mundo del deporte, del asombroso escenario que suministran los aeropuertos y de bastantes cosas más, siempre con el aplauso de un público que desdeña la acidez de estómago.
Sit
De Tricicle. Intérpretes, Joan Gracia, Carles Sans, Paco Mir. Iluminación, Roger Puiggener. Vestuario, Anna Güell. Escenografía, Lluc Castells. Sonido, Francisco Grande, Jaume Ortiz. Un espectáculo de Tricicle. Teatro Olympia. Valencia.
Después de una antología a propósito de su vigésimo cumpleaños escénico como compañía, vuelven con este repaso sobre la historia de la silla, que es propiamente la de la humanidad en sentido estricto, para ofrecer sobre un diseño escenográfico absolutamente límpido otra antología, la de sus ocurrencias (unas más felices que otras) acerca de ese objeto doméstico, la silla, que hubo que descubrir en su momento antes de convertirse en el sueño de los diseñadores de moda y en el sufrimiento de sus frecuentadores cuando no se ajusta a sus proporciones anatómicas o cuando, lo que viene a ser peor, está excluida del repertorio de sus sueños.
Más de veinte años pisando escenario supone una larga trayectoria de tientos y de hallazgos, pero el milagro es que Tricicle es fiel a sí mismo, incluso en el reparto de caracteres entre sus miembros, como si el paso del tiempo le fuera ajeno, cuando están haciendo excursiones muy serias hacia otros territorios, a la vez que afinan cada vez más en un repertorio de gags, sujetos a un apunte de hilo argumental, donde brilla el uso escénico de los objetos y esa descarada disposición a dirigirse directamente a un público que ríe todas sus gracias como si fueran de trinqui. Que lo son.
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