_
_
_
_
_

Familiares de soldados en Irak viven pendientes de las noticias

Soldados valencianos en Irak piden comida a sus familias y acusan cansancio por su trabajo

Atentos a los programas informativos y a las llamadas que cada cuatro o cinco días les hacen desde su destino, los familiares de soldados valencianos en el contingente español en Irak se confiesan preocupados por la alimentación que reciben y por el cansancio que denotan a causa de lo que intuyen como "excesivo trabajo" en su misión. Con la mente puesta en lo que ocurre tan lejos,madres, hermanas, padres y novias de soldados intercambian impresiones, a la espera de un correo procedente del Golfo que se hace esperar.

"Las tres o cuatro veces que he hablado con él me dice que está muy cansado"
"Le noto triste, muy triste, y no me cuenta por no preocuparme, pero está bajo de moral"

Carmen, la madre de J. P., uno de los cerca de 200 militares valencianos destinados a Irak no se pierde un telediario. Consume indiscriminadamente la parrilla con desasosiego y controla al dedillo los horarios de emisión. Desde que su único hijo, el pequeño, partiera el pasado 13 de agosto, se acuesta y se levanta con un telediario de fondo. Vive obsesionada con la información. Al despuntar el día, a las 7.00, se enchufa y cuando regresa del trabajo, sobre la 13.00, vuelve a la carga: de Tele 5 a La Primera de TVE. Cuando acaba la jornada, a las 19.00, sigue rastreando hasta altas horas de la madrugada. Su marido Paco es un consumidor compulsivo de las ondas. Conduce su trailer pendiente de la radio, desde que su hijo marchó. Ambos hacen caso omiso de las recomendaciones de J. P., cuando habla con ellos por teléfono, aconsejándoles que desconfíen de las informaciones, especialmente, de las televisivas. A través de los medios de comunicación lo sienten "algo más cerca".

"Las tropas españolas disponen de seis cabinas para 1.300 personas y 700 son mandos, así que sólo pueden llamarnos una vez cada cuatro días, y si no hay nadie en casa, corre el turno", explica la novia de J. P., Raquel, más atenta que nunca a la información internacional a través de la prensa escrita. Durante los cinco primeros días que el contingente español pasó en Kuwait, hasta que le asignaron el destino de Diwaniya utilizaban los móviles. La comunicación ahora se limita a escuetas llamadas telefónicas desde cabinas ante la ausencia de cobertura. El soldado debe ser un estratega con la tarjeta regalada de 24 euros y medir las palabras. Cuando se agote el saldo, pueden comprar nuevas, antes ni siquiera estaban en venta, explican la familia de J. P. y la novia de F. P., que se han reunido para intercambiar confidencias.

Begoña no sabe nada o casi nada de F. P., quien cuando llama prefiere preguntar a contar, aunque su silencio no engaña a la que es su novia desde hace dos años: "Le noto triste, muy triste, y no me cuenta por no preocuparme, pero francamente está muy bajo de moral. No tiene la misma voz. Es demasiado sensible". También sabe que está más delgado, aunque desconoce la cantidad de kilos que ha perdido en este primer mes. La madre de F. P. le mandó una caja con víveres, que expresamente le pidió su hijo. "Nos dijo que le mandáramos alimentos, que los soldados españoles quieren hacer una fiesta", adelanta Begoña. La petición de F. P. coincide con la de J. P. quien dice estar "bastante más delgado". Sus padres le han enviado 12 kilos de alimentos por si "lo de la fiesta" es un asidero: "No sabemos cómo están, porque nadie da explicaciones, pero no hay derecho a que estén pasando hambre, y si piden comida es porque estarán pasando hambre, digo yo", se aventura a opinar un preocupadísimo padre diabético, cuya azúcar sube desde agosto. En el hogar de F. P. su hermana pequeña, de 13 años sufre crisis de ansiedad desde que su principal confidente partiera en agosto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Corría la segunda semana de julio cuando interrumpieron las vacaciones de J. P. para comunicarle que debía presentarse en el cuartel donde le notificaron, un día después, que debía trasladarse a Irak. "Lo que peor llevamos esos días fue la incertidumbre", cuenta Carmen, la hermana de J. P. rememorando los prolegómenos de una partida inminente, porque, según explica, les indicaron que se irían del 9 al 13 de agosto y que les avisarían un día antes. Finalmente, les informaron con dos días de adelanto. F. P. se quedó directamente sin vacaciones puesto que las disfrutaba en agosto.

"Me pregunto cómo se cansarán tanto porque las tres o cuatro veces que he hablado con él me dice que está muy cansado y según cuenta sólo realizan seis horas de guardia al día, en turnos rotativos", revela un padre deseoso de expulsar de su mente un interrogante que le atiza diariamente: "¿Qué es lo que hacen allí?". "A mí me han dicho que en Nayaf su labor consistía en repartir radios solares porque pretenden crear unos medios que den información veraz a unos ciudadanos, que sin agua y sin luz, miran recelosos a los soldados porque consideran del bando enemigo", aclara Raquel, que también sabe que durante un tiempo estuvieron realizando labores de vigilancia en una antigua fábrica donde cobraban las pagas antiguos miembros de la policía iraquí, según le reveló J. P. Su hermana, Carmen exige respuestas ante tanta abulia informativa por parte del Gobierno: "El señor Aznar podía comparecer en el Parlamento para decirnos qué tareas desempeñan nuestros familiares y que demuestre así si son labores de seguridad y vigilancia como nos cuentan ellos, o humanitarias y de pacificación, como defiende el Gobierno, porque mi hermano ya ha presenciado varios tiroteos y la indumentaria es idéntica a la de las tropas americanas, con la única distinción de la bandera española como brazalete", espeta.

Los militares tienen prohibido manifestarse y sindicarse. La nómina mensual, en el caso de soldado llano, oscila de los 540,91 euros a los 781,32 euros (durante la instrucción la cantidad es de 270,046 euros mensuales). En el caso de participar en una misión humanitaria perciben un plus de 2.283,85 euros a 2.404,05 euros mensuales, que cobrarán a la vuelta. "Con eso no pagan la vida, ni el sufrimiento de una persona y sus familiares", declara Begoña.

Las cartas de los militares en Irak, remitidas por valija diplomática, todavía no han llegado. Las misivas enviadas por las familias españolas la primera semana, cuando las tropas estuvieron en Kuwait para aclimatarse a temperaturas que superaban los 45 grados, todavía están de camino. Al irse les dijeron que posiblemente no se comerían los turrones en casa. Como lenitivo de estas ausencias las familias estrechan vínculos entre sí.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_