Maldita caída
Elías pierde sus opciones al triunfo y casi al título ante Poggiali
Maldita caída. Víctima de su propia agresividad, de su inconformismo, de su generosidad, y también del infortunio, a Toni Elías se le escapó en la última vuelta del Gran Premio de Brasil, un triunfo que se cantaba desde los entrenamientos y que el propio piloto catalán se exigía en su intento de ganar el campeonato del mundo. Manuel Poggiali le aguantó con entereza en una carrera maravillosa y, al final, se llevó una victoria que le convierte en el máximo favorito al título: con cien puntos en juego todavía, el piloto de San Marino le saca 39 a Elías, relegado al cuarto puesto. La diferencia en la clasificación parece excesiva ante la igualdad de los dos pilotos, protagonistas ayer de un cuerpo a cuerpo precioso, propio de un cuadrilátero más que de un circuito, y en el que nada tuvo que decir el español Fonsi Nieto, abandonado por su moto, alejado ya del Mundial. Maldita avería.
Elías y Poggiali, separados por 14 puntos a su llegada a Brasil, se batieron con grandeza desde los entrenamientos. Los tiempos avalaban la candidatura del catalán frente al de San Marino. El discurrir de la carrera reforzaba los pronósticos. Los dos pilotos, igualados a victorias (3) y con la misma moto (Aprilia), se alternaban en la cabeza, muy distanciados de sus rivales, y en especial de Fonsi Nieto, que tuvo que retirarse en el cuerto giro. "Tuvimos problemas en los ensayos", argumentó el español, ya muy distanciado también del liderato del Mundial, "recuperamos la moto y estaba confiado en carrera: iba cómodo y tranquilo cuando al final de una recta se me paró el motor". Un gripaje.
Poggiali tiró de salida, con Elías a rebufo, marcándole, aguardando la segunda parte de la carrera, convencido de que la moto iba como un tiro, de que él estaba en racha, confiado en ganar con un golpe de gas, con un derrapaje, con una simple maniobra reservada a los campeones. Pasado el ecuador de la prueba, en la vuelta 12, Elías decidió tomar el mando con un precioso interior sobre su rival, quizá porque quería probar si podía irse, si abría hueco, si Poggiali estaba dispuesto a batirse o jugaría a la contra. Y el sanmarinense respondió como un gallo de pelea. Hubo incluso un momento en que ambos se tocaron, con el codo primero y con el brazo después, y hasta pareció que el uno acabaría saltando sobre la moto del otro, juntos como estaban los carenados, tocándose las Aprilias, bailando en el circuito Nelson Piquet, en Jacarepaguá, en Río de Janeiro. La maniobra puso los pelos de punta.
Elías parecía el más rebelde, pero Poggiali no cedió ni a la de tres, así que la prueba entró en una guerra psicológica que destempló finalmente al catalán. A falta de un golpe de autoridad, de un adelantamiento disuasorio, los dos pilotos parecían correr acelerados, con prisa, retándose, a expensas de cualquier error. Llegados a la última vuelta, con Poggialli por delante, Elías no quiso aguardar al final de la larga recta del circuito sino que intentó un adelantamiento por fuera muy exigente, teniendo que forzar mucho en la curva, al punto que el neumatico delantero se puso tieso y la moto se fue al suelo, para acabar en el puesto 18. "Un jarro de agua fría", concluyó Elías. "Quería ser segundo, luego primero", añadió, reflejando su desconcierto por el desenlace de la prueba, "y al final ni una cosa ni otra. Pensando en el campeonato, mis aspiraciones se han complicado mucho".
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