_
_
_
_
DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2003 | 12ª etapa
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un día normal

Menos mal, por fin un día normal. Bien, sé que en los artículos que llevo en esta Vuelta me he ido bastante por las ramas, y he hablado bien poco de cómo transcurre la carrera, pero como hoy ha sido un día normal, haré un artículo normal, de esos que hablan de lo que se ve desde mi sillín, que digo yo que será lo que más les interese. Y los artículos poéticos que hablan de girasoles o de otra cosa, como el de ayer, los dejaré para los días raros, ésos en los que me salta la inspiración.

Puede parecer una perogrullada, pero si lo piensan no lo es tanto. Ayer fue un día normal porque nada se salió de la norma. Nos levantamos tarde como todos los días, el desayuno, un poco de descanso y cuando nos dimos cuenta ya estábamos en la salida. Allí el protocolario control de firmas y los saludos y la charla con amigos y periodistas -algunos ambas cosas-. Las típicas firmas a los niños y no tan niños, algunas fotos con aficionados que te conocen -incluso algún admirador-, y poco más. Luego, un pequeño paseo por el village de depart para echar risas con compañeros, y al oír la llamada, todos formales a la salida.

Más información
Aitor y Frigo tropiezan con un abanico

Ya pedaleando, la charla en tensión hasta el km 0, y a partir de ahí la guerra, que ya no hay amigos. Atacaron de inmediato cuatro corredores, y aunque hubo algún tímido intento de seguirles, la escapada fructificó y llegó la calma al grupo. Nadie se lo podía creer, pero estaba ocurriendo, parecía que la etapa iba a ser normal. Y a partir de ahí lo fue: los escapados cogieron ventaja rápidamente, varios corredores -yo entre ellos- empezaron a trabajar para reducir la ventaja; mediada la etapa y con los escapados a la vista, empezó el nerviosismo a hacer mella por el viento de costado, y al final aparecieron los anunciados abanicos. Cada uno fue a su sitio en función de sus fuerzas y de su pericia en estas lides, y en el grupo de adelante, cómo no, ganó el que tenía que ganar, el más rápido. Menos mal, por un fin un día normal. Que de días raros en los que nadie seguía el guión, ya estábamos un poco hartos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_