Pujol
El presidente de Catalunya pasó por Madrid a despedirse como político, después de 23 años al frente del Gobierno catalán. Por la mañana, se despidió del Rey en un acto convocado con motivo del 25 aniversario de la Constitución. Por la tarde, Pujol se despidió del mundo político madrileño pronunciando una conferencia en el Colegio de Abogados. Y lo hizo anunciando el renacer del espíritu reivindicativo en Catalunya, algo necesario e inevitable, dado el creciente descontento por cómo van evolucionado las cosas. La interpretación "a la baja" de la Constitución que está llevando a cabo Aznar y el PP "atenta contra el espíritu que la inspiró". De aquí que CiU proponga, ahora, la redacción de un nuevo estatuto. Y no porque haya perdido el norte -dijo Pujol- sino porque la interpretación del texto constitucional y la idea que se impone de España se hace con una visión excluyente. El PP, con Aznar a la cabeza, se ha empeñado en la homogeneización autonómica. No es extraño que en Catalunya todos los partidos menos el PP estén por la reforma. Pujol se va en un momento de retroceso autonómico, momento en que los mensajes y latiguillos, las descalificaciones y desprecios empleados históricamente por el nacionalismo español más reaccionario, han hecho de nuevo su aparición. Aznar y los suyos -políticos, comentaristas y medios de comunicación- no admiten más nacionalismo que el suyo. Y cada vez se muestran más agresivos en contra de los nacionalismos periféricos, que están ahí, respaldados por millones de ciudadanos que tienen derecho a exponer sus ideas, sin tener que soportar los insultos de quienes se sienten "propietarios exclusivos de la verdad de lo que es España". Aznar se va. ¿Continuará su sucesor manteniendo esta política de confrontación? ¿Le seguirán en este empeño los miembros del partido y su equipo mediático habitual? Mala cosa sería. Pero no hay que descartarlo. Este mensaje líneal y unívoco, basado en latiguillos simplistas, lanzados contra los nacionalistas, presentándoles como los enemigos -de "su" España, claro- es muy tentador para "enardecer" al vecindario y ganarlo para la causa. La causa reaccionaria, claro.
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