El efecto Rajoy en el PP-A
Aun cuando la designación de Mariano Rajoy como sucesor de Aznar va a tener una repercusión de carácter nacional, no es menos cierto que la política andaluza se verá sustancialmente afectada por este hecho.
Dos serán los motivos que ayudaran a ello. Por una parte, su nombramiento como nuevo secretario general del Partido Popular y, por otra, su designación como candidato a la presidencia del Gobierno de la Nación.
En el primero de los casos, serán la estructura y organización interna del Partido Popular de Andalucía (PP-A) quienes estarán obligadas a modificar sus parámetros y modos de actuación, ante una nueva dirección orgánica con un talante claramente diferenciado del que durante años ha marcado la gestión de Javier Arenas al frente de la secretaría.
Salvo que se haya llegado a un acuerdo en el reparto de territorios, cosa que dudo con Rajoy como máximo responsable de la organización del partido, Andalucía dejará de ser un feudo "arenista" para convertirse en una organización mucho más creativa y autónoma, que logre desprenderse de los graves problemas internos por los que atraviesa, aspirando a la dinámica y liderazgos que han logrado hacer triunfar a los populares en otras Comunidades Autónomas.
La insoportable tensión interna que vive el PP andaluz desde hace años, incrementada en los últimos meses tras el fracaso electoral de las pasadas municipales y el acoso de Arenas al poder orgánico provincial, sellado en el caso de Córdoba por la fuerza y tan latente como inestable en el resto de las otras siete provincias, debe dejar paso a un nuevo clima de diálogo y debate que permita, en el menor tiempo posible, articular una alternativa a un partido socialista todavía fuerte en Andalucía y a un Manuel Chaves que debe refugiarse en su propuesta de reforma del Estatuto andaluz ante el claro agotamiento de ideas y proyectos en el que ha desembocado su largo y escasamente creativo mandato.
Si hace un año afirmaba que el PP-A debía desprenderse de la tutela de Arenas, creo llegado el momento para que esta situación se produzca y para que, con ello, el propio partido se libere de personajes de un segundo nivel, que sorprendentemente han hecho carrera política al amparo de esas siglas, y que han venido lastrando las posibilidades de expansión del PP en el medio rural, condicionando con ello los resultados electorales.
Otro hecho que afectará, de seguro, a la actividad del PP-A es el de la designación de Mariano Rajoy como candidato a la presidencia del Gobierno.
La más que previsible coincidencia de las elecciones generales y las autonómicas andaluzas, obliga a la sincronización de esfuerzos y recursos, tanto humanos como materiales, de forma que los efectos se potencien haciendo posible la doble victoria electoral.
Ello resulta impensable con la cultura política que impera en la actualidad en el PP andaluz, adaptada al pobre objetivo de la subsistencia sin querer o saber dar el salto hacia mayores logros.
Creo llegado el momento para que Teófila Martínez, que claramente apostó por Rodrigo Rato como sucesor de Aznar, y que nunca ha llegado a introducirse de forma decidida en la piel de candidata al Gobierno de la Junta, se retire a ese bien merecido feudo de la alcaldía de Cádiz, permitiendo que un campo que evidentemente le venía grande y sobre el que, además, había quien le ponían cercas, como es el de la recolección de votos autonómicos, puedan cultivarlo otros con mayor éxito.
No dudo que Mariano Rajoy no sólo querrá revalidar los resultados electorales a nivel nacional de su antecesor, reto este que de no modificarse significativamente las circunstancias alcanzará, sino que pretenderá apuntarse su primer éxito personal, haciendo posible la primera victoria del Partido Popular en Andalucía.
De ahí que presuma que en los próximos días y meses se van a producir importantes renuncias y cambios, que modificarán sustancialmente el mapa político del PP-A y lo abrirán a una nueva etapa.
Queda saber qué papel jugará Javier Arenas en el nuevo futuro que empezará a diseñarse.
Su trayectoria política, desde que se incorporara en 1977 al Partido Demócrata Cristiano de Álvarez de Miranda, para posteriormente pasar en 1982 a militar en el PDP de Alzaga y sumarse, por último, en 1989 al proyecto del PP, ha estado marcada por su capacidad de adaptación al medio. Un medio que, de cumplir su compromiso, deberá abandonar una vez que Aznar deje la presidencia del Gobierno y del Partido.
Parece lógico que ante este cercano horizonte, su influencia vaya decreciendo, interfiriendo lo menos posible en los cambios que deban producirse.
Enrique Bellido Muñoz es senador por Córdoba
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