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Entrevista:JOSÉ MATEOS | Escritor | Signos

"La poesía debe defender esa intimidad que hoy se ve avasallada y comercializada"

José Mateos nació en 1963 en Jerez de la Frontera, ciudad en la que formaría parte de un destacado grupo de poetas entre los que se contaban Francisco Bejarano, José Manuel Benítez Ariza o Pedro Sevilla, entre otros. Su primer poemario, Una extraña ciudad (Renacimiento, 1990), tuvo una buena acogida de la crítica, y José Luis García Martín incluyó su nombre en la antología Selección Nacional. A este título seguirían Días en claro, Canciones y el volumen de ensayo Soliloquios y divinanzas, todos ellos publicados en Valencia por la prestigiosa editorial Pre-Textos. En esta misma editorial acaba de ver la luz su último libro de versos, La niebla, que mantiene las constantes temáticas y estéticas de la obra anterior de Mateos.

Pregunta. ¿Por qué La niebla?

Respuesta. La niebla del título alude a una idea simbólica. Hace referencia a la situación del hombre actual, a su desconcierto, al dolor, a la pérdida de la fe que vivimos.

P. El gaditano José Ramón Ripoll también tituló su último libro Hoy es niebla. Debe de ser una angustia común en los poetas de hoy.

R. Para mí es un símbolo recurrente, que ya aparecía en mi primer libro, ya como un estado de incertidumbre metafísica, parecida a la de Ripoll, ante la muerte y el más allá.

P. ¿Cómo cree que ha madurado aquel poeta de Una extraña ciudad?

R. Como es natural, creo que ha habido una evolución progresiva: una especie de despojamiento, una intención de echar por la borda todo lo que es retórica y artificio. Lo que pretendo es ser cada vez más desnudo y buscar ese silencio, esencial en la poesía, que está detrás de la palabra.

P. El roquero Loquillo y Gabriel Sopeña pusieron música a uno de sus poemas, y su anterior libro se tituló Canciones. ¿Son hermanas siamesas la música y la poesía?

R. Creo que la poesía actual se lleva mal con la música, entre otras cosas porque debe tenerla dentro. Soy de los que piensan que cualquier añadido sonoro estropea la música interior del poema.

P. Entonces, ¿no están hechas para la música sus Canciones?

R. Creo que bastaría con una ilustración o un comentario de texto, eso sería suficiente.

P. No estará disgustado con la versión de Loquillo.

R. No tiene importancia. Todos sabemos que una vez que publicas un libro, deja de pertenecerte.

P. Usted tiene fama de monje de la poesía, ¿sólo porque no ha publicado prosa, como otros compañeros suyos?

R. Será por eso. He publicado también prosa, pero muy cercana a la poesía, una especie de colección de ensayos. También puedo deber esa fama a que no tengo otro trabajo que el de escribir, y porque mi concepción de la escritura me lo tomo muy en serio, como un camino espiritual -y soy consciente de las connotaciones peyorativas que hoy tiene esa palabra-, alejado de la frivolidad y el entretenimiento. La poesía tiene que ser algo más, una comunión con lo más misterioso y sagrado que hay en nosotros. Si la poesía tiene una función social, es habilitar y defender esa intimidad del hombre que estos días se ve avasallada y comercializada.

P. Junto a sus amigos Abel Feu y Enrique García-Máiquez, usted dirige la revista Nadie parecía. ¿Qué papel cree que desempeñan estas publicaciones?

R. Pienso que tienen varios papeles: por ejemplo, el de presentar autores que normalmente no se prodigan en las revistas y periódicos más conocidos, descubrir a poetas jóvenes y acercar al lector la literatura hispanoamericana menos divulgada. Todo ello con una visión de la edición con cierta sencillez y al mismo tiempo pulcritud.

P. ¿Dedicaría un poema a Pedro Pacheco, el hasta ahora alcalde andalucista de Jerez?

R. Siento salirme por la tangente, pero la actualidad de la poesía es estar fuera de lo que la gente considera actual. Estar al lado de lo que permanece, y no de lo que pasa. Siendo los políticos esencialmente pasajeros, sólo podría escribir de Pacheco desde un conocimiento personal, que no tengo.

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