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Reportaje:

El 'milagro Astillero'

La trainera cántabra, a punto de ganar la Bandera de La Concha, puede culminar hoy un sueño que empezó en 1966

El año en que se fundó el club de remo Astillero, 1966, la Bandera de La Concha celebraba su 79º cumpleaños. Es, por tanto, una sociedad relativamente joven, cuyo creador, conocido como Txiki, tenía un sueño: ganar un día en la bahía de San Sebastián, donde sólo vencen los grandes. Crecer, sin embargo, no resulta sencillo. Las traineras guipuzcoanas eran, desde siempre, las dueñas en su propia tierra.

Desde entonces hasta ahora, este deporte se ha modernizado. Las tripulaciones ya no sólo recurren a los remeros de casa. Hay fichajes, llegan extranjeros... y gana quien mejor se sabe manejar entre todo ese mundillo semiprofesional.

Ahora, un experimentado gallego de Meira, José Manuel Francisco, manda en Astillero. En su segundo año como director deportivo, asegura que el secreto de su trainera está "en la planificación". Sea como fuere, de repente la embarcación cántabra ha dado un salto de gigante. Lidera el campeonato de traineras, la conocida como Liga ACT, y está a punto de conceder a su fundador el sueño que se propuso hace 37 años. La Bandera de La Concha es casi suya. Sólo le queda remar este mediodía las tres millas de la segunda jornada, porque todos, incluso sus rivales, dan por hecha su victoria. Aventaja en 25 segundos al siguiente, Mecos, una ventaja que no se veía desde hace 20 años y que nadie ha logrado nunca remontar.

¿Pero cuál es la clave del equipo? Francisco habla de su "acierto en los fichajes", con remeros "de experiencia y buen nivel técnico", que han complementado a los que ya pertenecían a la plantilla. Ése es uno de los grandes misterios del remo: cómo se puede distinguir a los mejores dentro de una embarcación con 13 miembros. "Hay que ver cómo reman, cómo rinden en el agua. No es nada fácil, hay que fijarse mucho", admite Izortz Zabala, el patrón de Astillero. "Luego está la prueba del ergómetro, que sirve de referencia, aunque no es determinante".

Astillero tiene 21 remeros. Más de la mitad son cántabros, pero también hay cinco gallegos, dos rumanos y un vizcaíno. Todos, eso sí, amateurs, que recibirán en torno a los 3.000 euros por el trabajo de toda la temporada. "Tenemos albañiles, descargadores, oficinistas, policías municipales...", explica Francisco. Él sí vive profesionalmente de ello. Es licenciado en Educación Física y ejerce de entrenador junto con su esposa, Sonia, subcampeona del mundo junior con la selección española, en 1995. Ella también dirige a las categorías inferiores y el batel de mujeres.

Zabala, el patrón, vizcaíno de 36 años, de Bermeo, es profesor y consigue compatibilizarlo. Cree que el secreto de Astillero está en el equilibrio de la plantilla, que le hace capaz de batir el récord de tiempo en La Concha en las clasificatorias y, tres días más tarde, cambiando a cinco remeros, mantener el mismo nivel. Esta exhibición es algo que rara vez se ha visto en los últimos años.

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¿Y qué les diferencia de otras traineras? "Todas son diferentes, ninguna rema igual", afirma Zabala. "Aquí, en Astillero, tenemos a José [Manuel Francisco], que es muy meticuloso, lo tiene todo muy analizado, se fija en todos los aspectos". Él está encima siempre, desde que en noviembre comienza la pretemporada en tierra firme, con entrenamientos a base de carrera y foso, pasando por febrero o marzo, cuando se toma contacto con el agua, y abril, cuando comienzan las competiciones de bateles. Así hasta junio, que llega lo más importante, las traineras.

Astillero, siempre a rebufo de sus vecinas Castro, y antes Pedreña, por fin ha encontrado su momento de gloria. Allí, en una localidad de apenas 15.000 habitantes, a siete kilómetros de la capital, Santander, y rodeados por las rías de Solía, Boo y Astillero, los aficionados al remo se han ido multiplicando en los últimos meses. Al mismo ritmo que ha crecido el milagro Astillero.

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