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Reportaje:

Un pleno al 19

La Guardia Civil de Madrid esclarece todos los homicidios de los dos últimos años

F. Javier Barroso

El grupo de Homicidios de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid ha logrado un pleno al 19. La decena de agentes que lo integran ha esclarecido los 19 homicidios que se han registrado en su demarcación (poblaciones de menos de 50.000 habitantes) en los dos últimos años y ha detenido a los supuestos autores de los crímenes. ¿Y cuál es el factor que ha propiciado ese 100% de eficacia? Según sus responsables, la receta se basa en un método de trabajo consolidado, la mezcla entre la veteranía y la juventud de sus integrantes y un alto grado de suerte.

Este año ha sido especialmente nefasto para los investigadores de Homicidios. No en vano hasta ayer habían tenido 14 crímenes frente a los cinco que se registraron en todo el año pasado. De los 19, llegaron prácticamente resueltos siete, ya que los homicidas se suicidaron tras acabar con la vida de sus víctimas o se entregaron a los agentes de la autoridad. En este capítulo se encuentran dos de los casos más dramáticos a los que tuvieron que enfrentarse los guardias civiles de Madrid. El primero ocurrió el 21 de junio de 2002 en San Lorenzo de El Escorial, cuando el niño Andrés G. N., de cuatro años, murió calcinado en un chalé. La madre, Leonor N., de 28 años y nacionalidad guineana, roció con gasolina la segunda planta del inmueble y le prendió fuego.

El segundo caso se registró el pasado 24 de abril en Arroyomolinos, cuando Felipe Rascón, de 40 años, mató de dos disparos en la cabeza a su hija de siete años, Andrea. El hombre, que estaba divorciado, también acabó con la vida de su perro pastor alemán de otro tiro. Después se suicidó. "A uno no se le puede olvidar la imagen de esa niña tumbada en el sofá. Gracias a Dios que la pequeña no se enteró de nada. Desde luego no había indicios de que se hubiese podido producir un caso tan dramático", señala el capitán responsable de Policía Judicial, Javier Rogero.

Pero junto a estos casos de fácil resolución, hay crímenes difíciles de solucionar. Este año la clasificación ha estado encabezada por el llamado asesino del naipe, que cometió en territorio de la Guardia Civil un doble homicidio en Arganda del Rey el 18 de marzo, cuando mató a tiros al matrimonio formado por los rumanos George y Diona Magda, de 40 años. Ambos paseaban por un paraje oscuro cercano a la avenida del Ejército.

La confesión del ex militar Alfredo Galán Sotillo, de 26 años, que se entregó en Puertollano (Ciudad Real) el 3 de julio, permitió dar carpetazo a este caso, tras más de cuatro meses de investigaciones continuas en las que participaron más de 50 guardias civiles. "Antes o después le habríamos detenido, porque estaba entre los perfiles de los asesinos que estábamos buscando: militar, joven, con experiencia en Bosnia y con algún antecedente psiquiátrico", explica Rogero.

Dos de los casos más difíciles para el grupo de Homicidios han sido los de la autovía de Valencia (A-3). Primero en 2002 y luego este año, han sido hallados junto a esta carretera, entre los kilómetros 36 y 40, sendos cuerpos de inmigrantes colombianos asesinados a tiros y a golpes. El problema en ambos casos ha consistido en determinar la identidad exacta de la víctima y desde allí, reconstruir toda su vida. Los dos crímenes estaban relacionados con el tráfico ilícito de cocaína y ajustes de cuentas derivados de ellos.

La forma de actuar en un homicidio es siempre la misma, según el capitán de Policía Judicial. Por un lado, trabajan los especialistas de criminalística y del laboratorio para sacar indicios que puedan conducir hasta el autor o que permitan incriminarle cuando esté detenido. Son básicas las huellas o el ADN, si quedaran restos. Por otro, los agentes de Homicidios tienen que reconstruir la vida del fallecido. Se parte del entorno más cercano y de las últimas personas que le vieron con vida o que encontraron el cadáver. Poco a poco se amplía el radio de investigación. "Es un trabajo en equipo. En nuestro grupo de Homicidios se mezcla la experiencia de muchos de sus integrantes con las ideas nuevas de guardias recién llegados", apunta Rogero.

"Defensa propia"

Otro de los casos más llamativos fue el ocurrido el 11 de marzo en un club de carretera de la autovía de Burgos, en Pedrezuela. Cinco atracadores irrumpieron en el local y, tras ser rodeados por varias parejas de la Guardia Civil, salieron pegando tiros con pistolas simuladas detonadoras. Dos de ellos, el español José Manuel Díez Iglesias, de 40 años, y el colombiano César Augusto Orozco Restrepo, de 29, murieron abatidos a tiros por los guardias. "Actuamos con un rigor exquisito, porque tenía que quedar claro que nuestros compañeros actuaron en defensa propia. Si no lo instruíamos bien, en lugar de ir como testigos, podían ser imputados por el juez. Además teníamos detrás a la opinión pública", añade el capitán.

Uno de los casos resueltos con mayor rapidez por la Guardia Civil fue el de un vecino de Colmenar Viejo, Sixto Jaime Sanz de Lema, de 54 años, que murió degollado al intentar evitar el robo en el bar de unos conocidos. Los supuestos autores, cuatro delincuentes del municipio, fueron arrestados a las pocas horas.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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