"Hay mucha distancia entre la vida y las canciones"
Elvis Costello, nacido Declan Patrick McManus (Liverpool, 1955), estuvo ayer en España para presentar North, su último y emocionante disco, en el que el artista británico revela en canciones, lento y con ambiente jazzy, su devenir sentimental. El álbum, en cuya portada aparece un sombrío Costello caminando por las calles de Londres en un oscuro día de lluvia, refleja la dolorosa separación del cantante y compositor de su mujer, la ex miembro de The Pogues Cait O'Riordan, y a renglón seguido, el encuentro y enamoramiento del artista con su nueva pareja, la cantante y pianista Diana Krall.
Costello ofreció en Madrid a mediodía una actuación de una hora en la que, junto a su inseparable camarada y pianista Steve Naive, desgranó los románticos temas del disco sin apenas usar el instrumento por el que es más conocido: la guitarra eléctrica. Y eso que su anterior disco, When I was cruel, había supuesto una vuelta a sus orígenes, cuando, junto con otras bandas como Blondie, Stiff Little Fingers o Madness, se inventaba la new wave que sucedió al punk y cambió el panorama musical en el mundo.
"Escribí los temas de 'North' en el camerino, antes o después de actuar, o en el hotel"
Pregunta. ¿No supone North, de atmósfera leve, ritmo lento y orquestación de baladas clásicas, un cambio muy radical con respecto a When I was cruel?
Respuesta. Comencé a escribir los temas de North en septiembre del año pasado mientras estaba de gira con mi grupo The Imposters tocando los temas de When I was cruel, que son puro rock and roll. Entonces empecé a pensar cómo quería que fuera mi próximo disco y las primeras letras salieron con mucha intensidad. Cuando terminé la gira me di cuenta de que los nuevos temas pedían un giro muy radical, así que tuve que volver a retocarlas. Pero no fue una elección premeditada.
P. ¿Cómo califica este álbum lleno de baladas de amor y desamor que ponen la carne de gallina?
R. Es un disco muy directo y muy íntimo.
P. North comienza con temas muy tristes, como You left me in the dark, Someone took the words away, Fallen... ¿A qué se debe tanta tristeza?
R. Así es justo como me sentía cuando los escribí. No es algo impostado.
P. A mitad del disco usted descubre una nueva luz, un nuevo amor y, consecuentemente, las canciones se tornan más luminosas. ¿Ha supuesto el disco algún tipo de terapia personal para usted?
R. Hay mucha distancia entre la vida y las canciones. Las canciones cogen cosas de tu vida, pero no tan al detalle. Tú tienes entonces que escoger de aquello que sientes lo que quieres expresar en ellas. Sin embargo, eso no hace que dejen de ser profundas.
P. Usted va del gris al azul en este álbum. ¿Cómo consigue expresar tantos matices distintos sin alterar la atmósfera musical?
R. Todas las canciones de este disco están escritas en un corto periodo de tiempo. Por eso suenan tan parecidas. Además, siempre tomo una decisión consciente de cómo quiero que suenen los temas de un disco antes de empezar a grabarlo. En este caso, quería que sonaran todas íntimas, de amor.
P. ¿Dónde está ese norte que da título al disco y del que usted ha declarado que es el lugar al que se encamina?
R. Es una manera de pensar.
P. ¿Cómo escribió los temas?
R. En el camerino, antes o después de actuar, o en el hotel. Todas las canciones están compuestas al piano. Tres de ellas las hice en una tarde. Eso le da una idea de mi manera de componer. Al final de la gira ya llevaba seis y cuando volví a Europa hice el resto.
P. Es curioso que siendo usted guitarrista, apenas suene una guitarra en el disco.
R. La guitarra no pega nada en él.
P. Hábleme de las colaboraciones en el álbum.
R. La más importante es la de Steve Naive, que toca el piano en dos temas. Llevamos tocando y componiendo 25 años juntos, pero en este disco aporta cosas muy diferentes al teclado. Está más concentrado, más contenido. A la batería está Peter Erskine, otra de las piezas fundamentales del elepé. Es un músico muy poderoso, pero cuando la canción lo requiere, también puede tocar con mucha delicadeza. Brad Jones, que toca el bajo en las canciones más suaves, era uno de los Jazz Passengers. Entre los solistas destaca Lew Soloff, que hace un solo de flauta. Es saxo de jazz de mediados de los setenta y fue mi madre quien me lo dio a conocer. Dos de los otros siete músicos que forman el grupo de viento eran de la Charlie Mingus Orchestra. También grabó el Brodsky Quartet. De verdad, es un gran grupo de instrumentistas el que colabora en el disco. Grabar en Nueva York te da la oportunidad de tener a excelentes músicos cerca para tenerlos a mano y que colaboren cuando se les necesita.
P. Usted escribió todos los arreglos y dirigió la orquesta. ¿Qué tal fue la experiencia?
R. Yo imagino primero los sonidos y luego comienzo a escribirlos. Todo está en mi cabeza y los grabo primero al piano. Trabajaba en jornadas de 12 horas. Primero en el estudio, y luego me iba a casa a seguir en mi habitación arreglando al piano. Después les enseñé mis arreglos a los músicos y a partir de ahí empezamos a desarrollarlos con sus correspondientes sonidos.
P. Usted ha tocado de todo: pop, country, música clásica, baladas, jazz... ¿Cuál va a ser la nueva dirección que elija?
R. No tengo ni idea. Nunca tengo nada planeado al respecto.
P. ¿Está usted ahora más cerca de Estados Unidos que de Inglaterra?
R. No sé. Yo he vivido en Inglaterra 30 años. Este disco lo he grabado en Nueva York y es lógico que algo de la ciudad permanezca en él. Es el sitio donde vivo ahora y mi lugar preferido en el mundo.
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