Olor a Tour

Sé que me van a salir con lo de siempre, con que las comparaciones son odiosas, pero era el tema de conversación ayer en el grupetto -o en el autobús como le llamamos nosotros- en el que llegué a la meta media hora más tarde que el primero. Hago un inciso y luego sigo: "¡Grupo de cicloturistas!", nos increpó despectivamente un aficionado -por llamarlo de alguna manera- francés. A los que animan desde la cuneta con la camiseta naranja, ni se les pasa por la cabeza decirnos algo así; es más, ya puedes pasar a 30 minutos, que te animan como si fueses en cabeza de carrera.

Volviendo a la comparación, y partiendo de la base de que la Vuelta es una carrera de mucha calidad con una buena organización y participación, y muy disputada, no me queda más conclusión que el Tour es el Tour; y de que todo el que intente acercarse quedará en una mera imitación. Podrá ser una muy buena imitación, sí, claro que sí, pero nunca será el original. En el pasado Tour pasamos el coll del Aubisque, y ese nombre me quedó impregnado para siempre de un olor a Tour. Ayer volví a subirlo, esta vez en la Vuelta, y nada era como en el Tour. Los kilómetros, el desnivel, la bajada panorámica por el circo con esas temibles y empapadas galerías... todo eso era igual, nada había cambiado, pero ningún corredor se sentía como en el Tour, la sensación general era que todo estaba descafeinado. Creo que el Tour es un espectáculo deportivo que sobrepasa los límites del ciclismo, mientras que la Vuelta está al máximo nivel al que se puede aspirar en el ciclismo, pero sin salir de ahí. Tampoco soy aficionado a la esgrima, al yudo, y ni siquiera al fútbol. Y sin embargo cuando llega los JJ OO no me pierdo ninguno de estos deportes. Esta es la diferencia, que el Tour es al ciclismo lo que los JJ OO es al resto de deportes. En fín, que mañana en el Peyresourde, seguiremos respirando olor a Tour.

Pedro Horrillo corre la Vuelta con el Quick Step.