La cabeza, el ojo y el corazón
LA FOTOGRAFÍA parece una actividad fácil; pero es una operación cambiante y ambigua, la cámara fotográfica es para mí un carné de croquis, el instrumento de la intuición y de la espontaneidad, la dueña del instante. Es poner en el mismo punto de mira la cabeza, el ojo y corazón".
Han pasado muchos años desde que leí en una revista fotográfica estas palabras de Bresson. Me impresionó la forma clara y contundente que tiene de definir la fotografía. A partir de ese momento no sólo miraba sus fotos, las estudiaba. Compré todo lo que salía firmado por él, libros, catálogos, artículos ilustrados con sus fotografías... Me convertí en un forofo de su saber fotográfico, su visión, sus encuadres, sus luces y sus sombras.
En su libro Photoportraits puedes pasearte por los suburbios de Granada, los salones de Coco Chanel, el retrato de los puentes desenfocados de Camí, con un pitillo en la boca, mujeres musulmanas en la colina de Hari Parsal, o Pauline Colette con el dedo índice en su boca, y la foto ambientada de Arthur Miller en su taller mecánico. De todo ese baile de imágenes sacas una conclusión: la sencillez.
Para fotografiar la realidad, me imagino, que caminaba de puntillas para pasar inadvertido delante de su presa sin hacer ruido, pero con todos los sentidos puestos en lo que quería transmitir. Es emocionante pensar cómo se puede tener una obra tan intensa, realizada con una cámara Leica y un objetivo de 50 milímetros.
Sería injusto por mi parte no decir que le copié en muchos de mis trabajos. La fotografía es un grito de dolor, pasión, alegría, miserias, grandezas. Es una forma de vivir los momentos, parándolos para siempre. Le seguiré copiando, ya que su obra siempre será joven y hermosa.
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