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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mar de paradojas

María José Vega realiza en 'Imperios de papel' una introducción a los estudios poscoloniales en el marco de la literatura comparada sin eludir sus contradicciones.

Cuando hace ya unos cuantos años, Harold Bloom publicó en España El canon occidental, muchos se preguntaron por la necesidad de ese libro. ¿Por qué un prestigioso educador y crítico estadounidense escribe un manual (brillante, pero manual) para contarnos las excelencias de Dante, de Shakespeare, de Cervantes y de otros grandes autores y obras que conforman a un tiempo el espinazo y la cima de nuestra literatura? Por aquel entonces se celebraron en diversos medios las polémicas de rigor y se afirmó lo obvio con aplomo; una seguridad tan enérgica como feroz y divertida. "Dante no es Tintín, por mucho que usted se empeñe", le oí, por ejemplo, a un prestigioso editor en una tertulia televisiva. La respuesta a la escritura de ese canon no estaba en la necesidad de compilar un Who is who de las letras occidentales, o en que las jóvenes generaciones supieran quién fue el Doctor Johnson, o en que todos conociéramos la exuberancia, la erudición y, a menudo, los caprichos y arbitrariedades de su autor. La voluntad de Bloom era responder a la penetración en los medios académicos estadounidenses de un tipo de crítica que abandonaba la valoración de un texto literario por su "calidad", y la sustituía por el privilegio rector de la mirada que se enfrentaba con el texto. Así, Bloom no sólo atacaba el deconstructivismo o el posestructuralismo, sino también a los estudios feministas, gays, afroamericanos y a su casi vecina crítica poscolonial, que es la que nos ocupa aquí a través del muy buen libro de María José Vega. Y Harold Bloom (y, por cierto, también su tocayo, el fallecido Allan Bloom, en el campo de la filosofía política, o Robert Hughes en el de la crítica de arte, o Philip Roth en esa magnífica ficción que da en la diana sobre el asunto que es La mancha humana) no se defendía de una ampliación del campo de batalla en el enfoque crítico por parte de algunos intelectuales (Edward Said y su Orientalismo es uno de los ejemplos perfectos), sino de la ignorancia y de la corrupción con la que los epígonos de los epígonos de esos mismos intelectuales, aliados a la corrección política y al afán de poder académico, estaban dañando la percepción de un texto literario, que pese a ser la obra de un "europeo blanco muerto" es también, y desde luego, cultura viva, conocimiento.

IMPERIOS DE PAPEL

María José Vega

Crítica. Barcelona, 2003

390 páginas. 21 euros

A la hora de presentar Im-

perios de papel es necesario comenzar con los hechos. El colonialismo atroz de las potencias europeas durante el siglo XIX y la primera mitad del XX no sólo llevó a la larga, junto a otros factores, a la propia destrucción de Europa, sino que impuso, aquí sí, un verdadero "fin de la historia" a varios continentes. Culturalmente, de ese proceso lamentable surgieron diversos problemas: el relato occidental que se fue conformando de las colonias y los colonizados a partir de los textos que pretendían describirlas; el enmascaramiento, casi transfiguración, del colonizado por el sometimiento a la cultura del colonizador; y, lo más importante, el modo en que se puede intentar deshacer el ovillo de esa maldad histórica cuando el pecado ya ha sido cometido; es decir, la reconstrucción cultural de las antiguas colonias. Cualquier intento en este sentido cae en un mar de paradojas, ya sea porque se imitan los modelos del antiguo colonizador, o porque se reestructura culturalmente a partir de puntos de vista y métodos propios de la ideología dominante, o porque se lleva a cabo un intento de restauración sobre un pasado idílico. La profesora Vega (a veces con tacto excesivo) finaliza cada uno de los análisis de la crítica poscolonial enunciando una paradoja que abre interrogantes sobre los trabajos de Franz Fanon, Edward W. Said, Gayatri Spivak o Homi Bhabha. Eso sí, la exposición se hace de un modo claro y rico, muy bien escrito, que puede servir no sólo como introducción a los estudios poscoloniales dentro del marco de la literatura comparada, sino también, por su amplitud, a ese laberinto contradictorio y lleno de tópicos que es la cultura posmoderna.

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