Nueva York revive la pesadilla
Dos años después de la tragedia, los neoyorquinos, comienzan a recuperar sus vidas sin perder del todo el miedo
Este año no habrá grandes ceremonias ni grandes discursos. Nueva York vivirá el segundo aniversario de los atentados de forma más personal. El presidente George W. Bush ni siquiera se desplazará a la ciudad y muchos de los familiares de las casi 3.000 víctimas se quedarán en casa. El 11-S empieza a "normalizarse". Aceptada la tragedia, los neoyorquinos aspiran a volver a sus vidas. El miedo no se ha ido del todo, pero el tiempo ha permitido hablar más libremente de lo que pasó aquella soleada mañana de septiembre. Es un momento de transición. Una pausa. Después de la tragedia, el recuerdo y la conmemoración, ya sólo queda la recuperación política. Ocurrirá el año que viene, cuando el partido republicano celebre su convención en Nueva York, unos días antes del tercer aniversario, y previsiblemente nombre a George W. Bush candidato a las elecciones presidenciales de 2004.
Sólo se ha recuperado el 45% de los restos de las 2.792 personas que murieron
Nueva York ha recobrado su ritmo obsesivo, pero sigue conmocionada
Hace unos días se estrenó en un teatro de la calle 42, Recent tragic events, una tragicomedia que cuenta los altibajos de una cita a ciegas la noche posterior a los atentados, una reflexión sobre la ineluctabilidad de los acontecimientos. "¿Has visto la televisión? Ponen un programa muy bueno. Se llama Ataque a América y es muy muy largo", dice uno de los protagonistas. "Antes me despertaba por las mañanas pensando en lo que iba a hacer, ahora pienso en lo que me va a pasar". Eran frases impensables hace tan sólo un año.
Lo cierto es que las heridas sólo han cicatrizado superficialmente. Nueva York ha recobrado su ritmo obsesivo, pero en el fondo sigue conmocionada. Varias encuestas publicadas recientemente en los medios de comunicación afirman que entre un 70% y un 86% de los neoyorquinos creen que volverán a ser el blanco de un ataque terrorista. Un tercio asegura que su vida no ha vuelto a la normalidad. Los sondeos indican que más de la mitad desaprueba la política de Bush y del alcalde, el también republicano Michael Bloomberg. Hace un año estaban de su parte. "La intensidad de las discusiones entre los neoyorquinos se ha agravado e incluso radicalizado, debido en gran parte al debate sobre la guerra en Irak", asegura Fred Siegel, profesor de Historia en el Cooper Union College de Nueva York. "Esto va a continuar porque ahora se puede hablar mucho más libremente de lo que ocurrió el 11de septiembre"
La ciudad, y muy especialmente el bajo Manhattan, no acaba de recuperarse. En dos años, Nueva York ha perdido 162.000 puestos de trabajo. La mayoría de las firmas que trabajaban en las torres, como Morgan Stanley o Cantor Fitzgerald , no han regresado, ni piensan regresar, al distrito financiero.
Otras cifras describen el inconmensurable horror de lo ocurrido. Sólo se ha recuperado el 45% de los restos de las 2.792 personas que desaparecieron en los atentados (sin contar los de Washington y Pensilvania). Muchos de los casi 20.000 pedazos humanos recuperados entre los escombros no han podido ser analizados y se conservarán para futuros análisis. Para muchas familias ha sido una espera inútil y dolorosa. El pasado lunes, los padres de Michael Ragusa, uno de los 343 bomberos fallecidos en las labores de rescate, decidieron enterrar a su hijo en Brooklyn. Sus compañeros lloraron ante un ataúd vacío.
Los familiares se enfrentan a otro problema no menos grave y mucho más amargo: el de las indemnizaciones. El fondo de compensación para las víctimas, creado por Washington pocos días después del 11-S, no ha tenido el efecto esperado. Hasta ahora apenas el 40% de los afectados ha apelado al fondo. Su responsable ha atribuido la falta de motivación al peso del trauma y el inmenso papeleo.
Los miedos, las inquietudes y las penas han cristalizado en el debate sobre el futuro de la zona cero. Nadie sabe muy bien cómo acabará la reconstrucción y sobre todo cuánto costará. Uno de los grandes temores de los familiares es que se construya sobre las "huellas" de las torres, consideradas como cementerios. Algunas asociaciones se han movilizado, por ahora con escaso poder de convocatoria
Inevitablemente, el 11-S, todavía intocable, se convertirá en objeto político. Algunos responsables ya han empezado a utilizarlo contra la Casa Blanca. Hace unos días, la senadora por Nueva York, Hillary Clinton, denunciaba en una carta al presidente Bush la labor de la Agencia para el Medio Ambiente, que ha reconocido que los primeros análisis de la calidad del aire en la parte baja de Manhattan poco después de los atentados, aquel aire que apestaba a polvo y humo, fueron quizá demasiado optimistas y que existía de hecho un riesgo para la salud. Las discusiones y las polémicas sólo acaban de empezar.
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