Todos en hombros
Los tres salieron por la Puerta del Toro, pero menos lobos, Caperucita. A Javier Conde le fue regalada la segunda oreja y a El Juli, en su segundo, bien pudo conformarse con una vuelta al ruedo (que los toreros de ahora no dan si no es con pelo en las manos). Cabe decir también que las dos orejas concedidas a Valverde fueron excesivas, pero lo de éste es otro cantar que merece la pena ser explicado.
Resulta que su primero fue devuelto por cojo y sustituido por un sobrero. Pero hete aquí que el dicho sobrero apenas salió, desencajó la puerta de arrastre, contigua a la de toriles, y cruzó la plaza como un venado y fue a estrellarse contra un burladero, entregando así su cuerpo a las mulillas. ¿Resultado? Que salió el cuarto, luego el quinto y, por último, el sexto, segundo de Valverde, con lo cual el torero se quedaba con un solo toro. Por esto, aupado por la plaza que le vio en inferioridad de oportunidades, llegaron esas dos orejas. Luego, la empresa regaló un toro más, para que el salmantino tuviera oportunidad de matar también dos, con lo cual el asunto duró dos horas y media, que es una barbaridad.
El Pilar / Conde, El Juli, Valverde
Toros de El Pilar, y uno, el 6º, de Mosiés Fraile; todos en la línea del toro dócil, noble y blando. Javier Conde: dos orejas, silencio. El Juli: oreja, oreja protestada. Javier Valverde: dos orejas, silencio. Los tres en hombros. Plaza de La Glorieta, 9 de septiembre, 3ª de feria. Tres cuartos de entrada.
Resumiendo: que los toros, de los llamados comerciales, golosinas de torero, pasaron por el peto milagrosamente, a entrada por cabeza, sin que a ninguno le partieran un pelo. Aun así, traspiés por aquí, tropezón por allá, caída un poco después... Los pilares de El Pilar parecieron de mantequilla y el de Fraile, igual.
Así, el toreo fue una entelequia. Voluntarioso y reiterativo, El Juli; un tanto afectado y como de puntillas, Conde, y ambicioso de palmas, Valverde. Una salida en hombros multitudinaria parece dar a entender que ayer se dio en Salamanca la corrida del siglo, pero no. Ya digo: menos lobos, Caperucita.
Se impone tratar de conseguir que los toros salgan con tres o cuatro orejas y un par de rabos por lo menos, puesto que las orejas cada vez significan menos.
Babelia
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