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Unos automóviles a prueba de bombas

GM y Ford apuestan por los coches blindados

Los dos mayores fabricantes automovilísticos de Estados Unidos, General Motors (GM) y Ford, se han lanzado al mercado de coches blindados para suplir la demanda creada a raíz de los atentados del 11 de septiembre. Ya no son sólo los cargos políticos, millonarios o artistas los que los solicitan, sino directivos de grandes corporaciones que temen ser blanco de terrorismo o de la violencia. Llevar un coche blindado se está convirtiendo en el nuevo símbolo de categoría social.

El 11-S ha disparado la demanda de automóviles blindados: en 2002 se vendieron 22.000 unidades a nivel mundial, frente a las 5.000 de 1995

Ford va a blindar de momento sus modelos Lincoln Town Car, que estarán disponibles en este mes; y GM piensa introducir la versión blindada del Cadillac Deville a finales de año. En la apuesta compiten con los Mercedes Benz, serie S-500, que es el único modelo blindado de fábrica en el mercado de Estados Unidos, desde que BMW ha anunciado que retira su oferta de los 750 iL blindados. La salida de BMW se debe a los altos costes derivados de la adaptación a los controles de calidad exigidos por el Departamento de Comercio. En Europa acaba de introducir el 760 Li, que se puede cerrar herméticamente y proveer oxígeno en el caso de un ataque con gas mostaza, por ejemplo.

El blindaje triplica o cuadruplica el precio de cualquier vehículo. Los Lincoln Town Car serie de Protección Balística (BPS) costarán alrededor de 140.000 dólares, y los Cadillac Deville sobrepasarán los 100.000 dólares, aunque la empresa no ha querido precisar cuánto. El precio de los Mercedes Benz S-500 se sitúa actualmente en 156.000 dólares, de los que el año pasado vendió más de un centenar a clientes estadounidenses.

Hasta ahora, la mayoría de los coches a prueba de balas que ruedan por las calles de EE UU son o bien de encargo o de alquiler. La noche de los Oscar en Hollywood muchos famosos llegan hasta la alfombra roja en limusinas blindadas, por las que pagan un promedio de 2.000 dólares el día, explica el vicepresidente de la empresa de alquiler Secure Car Worldwide, Rich Cooley. Muchos altos directivos de compañías también optan por el alquiler, porque el blindaje a la medida puede llegar a encarecer el precio hasta 300.000 dólares, según el tipo de protección y de vehículo.

La demanda en EE UU ha aumentado cerca de un 50% desde septiembre de 2001, señala Joe Scaletta, dueño de una de las mayores empresas de blindaje de coches, ubicada en el Estado de Illinois. A nivel mundial, el año pasado se vendieron 22.000 unidades, frente a los 5.000 de 1995. Tanto GM como Ford habían comenzado los planes de producción antes del 11-S, aunque el sector privado era entonces más escéptico y gran parte de la producción hubiera ido destinada a Gobiernos extranjeros. Los atentados cambiaron esa percepción. Este mes saldrán los primeros 300 Ford. Cadillac no ha especificado cuántos sacará a la venta en enero.

Los coches BPS van equipados con placas de acero a prueba de balas. Debajo llevan una capa fuerte de fibras sintéticas que protege de las explosiones. Dentro, las puertas y el techo llevan revestimientos de cerámica, y los depósitos de gasolina van revestidos de goma para aislarlos en caso de explosión. Y las ruedas pueden seguir rodando aunque hayan sido perforadas por una lluvia de balas. El inconveniente es que pesan como tanques. La armadura añade un peso de más de 1.500 kilos (dependiendo del modelo) que resta maniobrabilidad y aumenta el gasto de combustible más de un 20%.

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