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En busca del voto hispano

No es ninguna casualidad que el primero de los seis debates de la pretemporada electoral demócrata se celebrara ante un auditorio repleto de hispanos en Albuquerque, en el Estado de Nuevo México, con un 40% de la población de origen hispano. El anfitrión era Bill Richardson, gobernador del Estado y presidenciable hispano.

Los presentadores fueron María Elena Salinas, de la cadena de televisión en español Univisión -que hacía preguntas en inglés y en español, la primera vez que ocurre en un debate de este tipo-, y Ray Suárez, de la cadena pública PBS, que sólo hablaba en inglés. Prácticamente todos los candidatos leyeron o dijeron, con más o menos acierto, una o varias frases en castellano. El que mejor librado salió -en pronunciación, en soltura- fue la estrella naciente del firmamento demócrata, Howard Dean, gracias a lo que aprendió cuando pasó un verano trabajando en Florida.

A pesar de los gestos, más que necesarios para cualquiera que haga política en este país -el voto de los latinos, la primera minoría de EE UU, puede ser decisivo en 2004- los candidatos no ofrecieron propuestas concretas relacionadas con la comunidad hispana. Sí se mencionó el especial deterioro que está suponiendo la crisis económica en el empleo de los hispanos.

La mayoría de los líderes demócratas defendió también de manera vaga -cuatro de ellos lo hicieron explícitamente- la aprobación de algún tipo de amnistía que legalice a los sin papeles y se criticó el incumplimiento por parte de Bush, después del 11-S, de una promesa en ese sentido. Para Kerry, "es un asunto de derechos humanos, de derechos civiles, de justicia".

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