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Reportaje:

Los hermanos Lladró se jubilan

Los fundadores de la empresa de figuras de porcelana ceden el negocio a sus hijos para salvar el primer bache de su historia

El imperio Lladró, construido sobre figuritas de porcelana, ha sido cedido a la segunda generación para revitalizar el negocio. Los tres hermanos Juan, José y Vicente Lladró Dolz, presidentes y fundadores, culminaron el martes "la cesión definitiva de la dirección", según un comunicado de la empresa, a un consejo constituido por dos hijos de cada uno de ellos y un consejero delegado, un hombre vinculado hace tiempo a la gestión de la empresa. Las pérdidas registradas el año pasado, cuando las ventas cayeron un 17% respecto a 2001, han precipitado el relevo.

Lladró emplea a unos 2.300 trabajadores, 300 de ellos en el exterior; exporta a 123 países y facturó 160 millones de euros en 2002, un año malo, según datos de la propia empresa. Lladró ofrece un producto identificado como exclusivo. Hasta uno de los hijos de Sadam Husein resultó ser un gran coleccionista de las figuritas de la firma. A pesar de su proyección internacional, el actual imperio, la denominada Sociedad de Desarrollo Industrial y Gestión de Inversiones, nunca ha dejado de ser una empresa familiar y arrastra ciertas rigideces.

Lladró ha combinado una política de personal muy paternalista con hábitos ejecutivos de otros tiempos: la presidencia de la firma la ocupaban por turnos de forma rotatoria los tres hermanos fundadores, una fórmula que ya ha sido descartada para el futuro.

El negocio ha crecido sobre su vocación de exclusiva, de modo que Lladró ha acumulado una red de casi 4.000 pequeños establecimientos en propiedad en todo el mundo. En los últimos años, además, ha instalado sedes en grandes edificios en ciudades como Los Ángeles o Tokio.

El sostenido crecimiento del negocio, soportado por el taller de Tavernes Blanques, en Valencia, se truncó por primera vez en la historia el año pasado.

José Lladró Dolz, uno de los tres fundadores de la firma, atribuía el miércoles "el bache" que atraviesa la empresa a la competencia de empresas asiáticas, sobre todo chinas, cuyos responsables no tienen ningún empacho a la hora de copiar, literalmente calcar, diseños de otros.

El bache en cuestión salió a la luz a principios del verano pasado. La restricción del comercio internacional a raíz de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York en septiembre de 2001 supuso un duro golpe para Lladró, que vende un 90% de su producción en el exterior. La guerra en Irak, que fue precedida por meses de incertidumbre, o la neumonía asiática, que restringió los movimientos en el mercado oriental, agudizaron el problema. La relativa fortaleza del euro respecto al dólar también incidió en el mercado de Lladró. En torno al 70% de los clientes de la empresa pagan el producto en dólares. La conjunción de tales factores se tradujo en una caída de ventas de un 17% en 2002, según la propia empresa.

Lladró afrontó la necesidad de recortar costes, incluso una posible reducción de plantilla, un paso muy duro para los fundadores. El propio José Lladró confirmaba el miércoles su "compromiso personal con los trabajadores" para mantener el empleo. De hecho, a principios de verano apenas se llegó a un acuerdo con los trabajadores del taller para limitar la cuantía de los incentivos que recibían a partir de ciertos objetivos.

Los seis miembros de la segunda generación que asumieron el martes la dirección de la empresa participan de hecho en la gestión de la firma hace tiempo. Juan Vicente Lladró Roig fue elegido presidente del consejo y su puesto no será rotatorio. José María Sanz, actual director de un departamento de Lladró, actuará como consejero delegado.

Los tres hermanos fundadores conservan el usufructo del 51% del capital, un porcentaje que garantiza el control familiar de la empresa. También han solicitado un estudio que estimará el valor de la firma "para que sea más fácil para todos" el acomodo de los nuevos responsables, primos hermanos que han llegado a pleitear entre sí en años pasados.

Juan, Vicente y José Lladró Dolz, en el año 1985.
Juan, Vicente y José Lladró Dolz, en el año 1985.EL PAÍS

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