Las evidencias de la Bienal de Valencia
Con la llegada del verano, el principal partido de la oposición valenciana suele promocionar a algún debutante en sus filas ante la opinión pública por el procedimiento de criticar la política cultural de la Generalitat. Me siento obligado, por razón de mi cargo y también del que ostenté en el pasado, a matizar las declaraciones vertidas en la edición de EL PAÍS del pasado sábado 16 de agosto por la diputada autonómica y secretaria de cultura del PSPV Isabel Escudero. Y lo hago sin terminar de entender sus planteamientos ni razones, aunque hastiado por la persistencia de un movimiento que tiende a perpetuarse. La "debutante"" de esta temporada es Isabel Escudero que, con su artículo La Carretilla de CCC, ha demostrado cuál es su misión de agitadora de la calma del ferragosto y también el escaso aval de sus conocimientos. La señora Escudero no estuvo presente en la rueda de prensa que centra su tesis y deja evidencias en el citado artículo de su enorme desconocimiento de todo lo relacionado con la Bienal. Como aquí diríamos, lo suyo suena a "quan vol tocar dolçaina qui tan sols es tabalet". Y, por eso mismo, no merece más atención.
Si es interesante, sin embargo, arrojar luz sobre lo que ella, por desconocimiento o malintención, ha querido ensombrecer. Y en primer lugar, es conveniente recordar a quienes parecen flaquear en su memoria que la Sindicatura de Comptes ha examinado y convalidado las cuentas de la primera edición de la Bienal, lo que hace suponer que, con los ajustes de gestión que en ella aprendimos, nada de la segunda les va a sorprender.
Del mismo modo, la portavoz Escudero se permite cuestionar la afluencia de público de este segundo ciclo. Y yo me pregunto, ¿ha echado ella las cuentas del número de personas, turistas o conciudadanos que pasan gratuitamente, día y noche, por el Tossal? ¿O acaso tiene constancia de cuántos son los que van al mercado y pueden encontrarse con la grata sensación de disfrutar de las intervenciones artísticas en los solares, en las plazas emblemáticas del centro histórico y en las medianeras de la ciudad? Lo que pasa es que quizás le molesta que Valencia haya sido este verano una propuesta de reflexión para la Ciudad Ideal, creativa, compartida, sociable, abierta y visible en plazas, calles y contenedores expositivos. Y para ese mal no tenemos remedio.
La Bienal, a la que la señora Escudero define como "la niña de los ojos" de la secretaria autonómica, es una más de las propuestas, "o niñas de los ojos", si se prefiere, que están en nuestro programa. Porque dentro del Programa de Cultura está como prioridad importar y exportar cultura, y en esa línea cumplimos con la Bienal, el Encuentro Mundial de las Artes, los Diálogos Iberoamericanos y el Encuentro de la Valldigna, que dinamizan nuestro panorama cultural, y hacen cultura para todos. Así lo avalan las más de 900 exposiciones que promocionan nuestras artes. Por no hablar de las manifestaciones teatrales, de música y de danza.
Con ironía bromea sobre las "carretillas" que se necesitarán para llevarse los datos de asistencia o los CD que hacen falta para tener en casa los presupuestos de la Generalitat, y con ironía le podríamos preguntar a la señora Escudero si tiene idea de cuánto vale una exposición de arte clásico. Pero la realidad es que las cifras carecen de interés ante la circunstancia innegable de que Valencia se ha colocado, gracias a su Bienal, en el centro de la corriente cultural europea. Lo dijo Consuelo Ciscar en su artículo El Ecuador de la Bienal (EL PAÍS, 11 de agosto) y yo me ratifico en ello: "Ningún esfuerzo pionero lo tiene fácil en su origen, pero no nos rendiremos en el esfuerzo de esta magnífica Bienal por eso".
Manuel Tarancón es Portavoz de Cultura del Grupo Parlamentario Popular en las Cortes Valencianas
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