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LA CRÓNICA | LA SUCESIÓN DE AZNAR

La liturgia de la terna

Muchos dirigentes del PP están convencidos de que Aznar respetará la lista de tres candidatos

Soledad Gallego-Díaz

El anuncio de que el próximo lunes se hará público el nombre del sucesor de José María Aznar como candidato a presidente del Gobierno en 2004 pone fin a uno de los periodos más extraños de la reciente vida política española.

Durante cerca de año y medio, es decir desde que el propio Aznar anunciara que no optaría a un tercer mandato al frente del Gobierno, su partido, sus ministros y la mayoría de los potenciales electores del PP han estado pendientes de que les comunicara quien era el nuevo líder. "Es verdad que se trata de un proceso extraño, irrepetible, pero se ha desarrollado sin grandes problemas. Lo único peligroso ha sido su duración, demasiado largo", admite un miembro de la ejecutiva del PP.

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La decisión fue recibida ayer con auténtico alivio entre los dirigentes populares, que empezaban a sentirse agobiados por la presión de sus propios militantes y por la impresión de que el ritmo del proceso empezaba a ser demasiado lento. "Ahora respiramos más tranquilos. No tenía sentido aguantar la presión durante todo el mes de septiembre ni marear la perdiz con el candidato cuando ya se habían puesto en marcha los procesos electorales de Madrid y de Cataluña", explica un dirigente provincial.

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Decepción

Algunas personalidades del PP expresaron, sin embargo, en privado, su decepción porque el anuncio se hubiera realizado antes de que el presidente del Gobierno, y del partido, realizara la ronda de conversaciones que siempre consideraron necesaria.

"Nadie ha puesto en duda en el PP la autoridad interna de Aznar para elegir al candidato, pero lo lógico es que, antes, hubiera preguntado la opinión a un grupo de veinte o treinta personas que tienen o han tenido cargos relevantes en el partido", comenta un ex dirigente nacional que reconoce sentirse "algo dolido" por lo que califica de "innecesaria demostración de poder por parte de José María Aznar".

Un miembro de la ejecutiva popular rechazó esas críticas. "El presidente comenzó ayer mismo a hablar con algunos miembros del partido y está previsto que dedique el día de hoy a otros contactos". Admitió, sin embargo, que no es probable que extienda esas conversaciones más allá de un núcleo bastante reducido. Desde luego, un grupo muy inferior a las 30 personas que mencionaba ese antiguo dirigente como militantes que "por su historia tendrían derecho a ser preguntadas".

En cualquier caso, nadie esperaba ayer en el Partido Popular una decisión excéntrica por parte de José María Aznar. Según un miembro de la ejecutiva, "el presidente del Gobierno ha respetado hasta ahora la liturgia de la terna", la lista de tres posibles sucesores, y lo predecible es que el nombre del candidato salga de esa terna.

En el fondo, explica ese mismo dirigente, este proceso debería llevar, de manera algo retorcida, al mismo punto a que hubiera llegado si se hubiera optado por un mecanismo de sucesión menos personalista: una terna de candidatos integrada por los vicesecretarios del partido y, en dos casos, por vicepresidentes del Gobierno. Y un elegido que cumpla las condiciones básicas: "que pueda ganar las elecciones, que tenga el respaldo pleno de la organización interna del PP y que no despierte recelos en los medios económicos, financieros y sociales del país".

Irrepetible

Según muchos dirigentes populares, en el futuro este modelo de sucesión será irrepetible. Un veterano diputado admite que el PP ha dejado que el proceso de sucesión se convirtiera en una demostración de fuerza de Aznar, pero considera que "todo se debe a su extraordinaria legitimidad dentro del PP", ya que es como "un general victorioso" que sacó al PP del agujero del 25% de los votos y logró reunir al centro-derecha español. "Será muy difícil que su sucesor reclame ese mismo poder porque implica un desgaste muy grande para algunas personas".

El procedimiento elegido por Aznar tiene, según este diputado, se quiera o no, un serio problema: un minuto después de que el próximo lunes se sepa el nombre del candidato, los otros miembros de la terna pasarán a ocupar una posición "poco brillante". No tanto porque no hayan sido elegidos, sino porque o bien no han sabido nada hasta el final o bien han aceptado que Aznar jugara con su nombre. En los dos casos, afirma, "Aznar y el PP tendrán con quienes resulten desplazados una gran deuda".

Cohabitación

Convencidos como están muchos dirigentes populares de que el candidato puede ser uno de los dos vicepresidentes del Gobierno, la pregunta que empezó a circular inmediatamente fue si el elegido dimitiría del gabinete tras su proclamación por la Junta Directiva Nacional del próximo martes o si intentaría mantenerse en el Gobierno.

En el caso de que el elegido fuera un vicepresidente o un ministro y que decidiera abandonar el Gobierno, se abriría la posibilidad de un nuevo nombramiento, aunque fuera por pocos meses. La mayoría pensaba, sin embargo, que en ese caso lo más probable es que el elegido se mantuviera en el cargo "por lo menos hasta el mes de enero, cuando empiece, de verdad, la precampaña electoral de 2004".

Las grandes dudas planean sobre todo respecto al proceso de cohabitación, inédito en la vida política española. El candidato será reclamado inmediatamente por toda la estructura del partido y tendrá que recorrer buena parte del país. Los primeros en plantear esa visita serán los populares de Cataluña, que proclamarán el próximo día 7 a Josep Piqué como candidato a la Generalitat y que ya suspiran por la presencia de su nuevo dirigente.

"La cohabitación será más fácil si el nuevo candidato es miembro del Gobierno", mantiene un alto dirigente popular. Sea como sea, es seguro que si el candidato elegido el martes es miembro del Parlamento se convertirá a partir de ahora en el protagonista de la mayoría de las preguntas de la oposición.

La presidenta del Congreso, María Fernanda Rudi, ya ha sentado la doctrina de que una pregunta a un ministro puede ser contestada por otro, en el caso de que se produzca una acumulación "exagerada" para uno de ellos. Aun así, si el candidato es uno de los vicepresidentes del Gobierno, tendrá dificil escapatoria. Sobre todo en los debates relacionados con la participación militar española en la ocupación de Irak.

La duda, y casi la curiosidad, la despierta incluso entre prominentes miembros del PP, la reacción de José María Aznar ante su previsible y progresiva pérdida de protagonismo político. "No va a ser nada traumático", asegura un miembro de la ejecutiva, "porque tenemos encima muchas campañas electorales y ya está decidido que el presidente del Gobierno va a tener una presencia muy importante en todas ellas, incluida la del 2004".

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