"No es un buen momento para vivir en Nueva York"
Nacido en el Bronx neoyorkino en 1949, Jerry González ya arrastraba una carrera tan brillante como excéntrica cuando se dio a conocer en España gracias a la película Calle 54, de Fernando Trueba. Durante su gira promocional con su banda habitual, la Fort Apache Band, trabó amistad con músicos flamencos y de jazz que le animaron a fijar su cuartel general en Madrid. Los resultados no se han hecho esperar: con el cantaor Diego El Cigala y Los Piratas del Flamenco ha emprendido un nuevo proyecto de fusión y ha grabado en Cádiz un disco en directo junto al saxofonista onubense Antonio Mesa.
Pregunta. ¿Por qué decidió afincarse en España?
Respuesta. Aquí he encontrado un público que me apoya, que me impresiona y que ha sido muy fiel conmigo desde que se estrenó la película de Fernando. También porque hay músicos con capacidad para tocar bien, lo que ofrece muchas posibilidades para trabajar. Y desde luego, hay menos represión que en Estados Unidos, con tanto miedo e inseguridad. No es un buen momento para vivir en Nueva York. En Madrid estoy más tranquilo.
P. ¿Qué puertas le ha abierto el flamenco a su horizonte musical?
R. Para mí el flamenco viene paralelo al jazz en su espontaneidad e improvisación. Pero la puerta más difícil es entrar en él y, gracias a Dios, se me abrió. Sé que es un mundo bastante cerrado, pero al final me han hecho sentir como si fueran mi familia. Ahora tengo el sueño de grabar un disco a lo Miles Dives, con flamenco y orquesta. Y superar a Miles.
P. Gillespie, Louis Armstrong, Tito Puente, Mongo Santamaría... ¿ya no quedan ídolos vivos?
R. También nos falta Machito, Celia Cruz, Compay Segundo... Recientemente ha muerto Juancito Torres, tremendo trompetista de Puerto Rico. Pero todos esos inmortales van a seguir viviendo en los documentos sonoros que nos dejaron. Y quedan vivos Tata Güines, los Muñequitos de Matanzas, Los Papines, Ángel Cachete Maldonado, que ojalá se recupere... Hay muchos músicos que aún tienen que hacer muchas cosas.
P. Los músicos, ¿tienen vacaciones?
R. Nunca. Sólo si no tienen trabajo; en ese caso, son vacaciones forzosas. Yo no quiero tener vacaciones. A mí me gustaría tocar siempre, no parar jamás.
P. ¿Y a qué lugar huiría?
R. A Bahia, en Brasil. Y en Cuba, no sé... la isla entera. Hay tanta riqueza musical que no sabría por dónde empezar.
P. ¿Hay alguna costumbre española a la que le haya costado acostumbrarse?
R. Ninguna. Aquí me siento de lo más bien.
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