Que el cielo la juzgue
Van a abrir un Tanatorio! Y luego digo que en este pueblo me aburro. Si es que me quejo de vicio. El año pasado un Hiperchollo, este año un Tanatorio... Esto está que arde. No lo van a abrir en el centro neurálgico, va a estar pelín retirado, como a cinco kilómetros, pero, lo que yo digo, esto nos va a traer mucha vidilla". Asimismo se lo he soltado esta tarde a mi hermana, que llama la tía desde Mallorca y me dice que todo ideal de la muerte, el tiempo, el mar, el hotel, la consabida amabilidad del pueblo mallorquín, etcétera. ¡Hija, qué speech! Me estaba poniendo ya un poquito enferma, la verdad. Cuidado, que no digo yo que lo hiciera con toda su mala hostia, pero tú dime: una persona que sabe de tu situación actual no te repasa por todo el morro las excelencias de la isla balear, que una al final acaba entendiendo las luchas fratricidas. Máxime cuando ella sabe el serio incidente que tuve ayer tarde: estaba yo bañándome en mi propia piscina, como cualquier joven de mi edad, porque mi santo ha puesto placas solares para calentar el agua y dice que hay que amortizar las placas y me insta a bañarme continuamente, y le estaba yo comentando, cariño, la tarde está muy negra; y el tío, que no, tú tranquila, que son nubecillas inofensivas. Esto diciéndomelo desde el poyete, que parece un patriarca gitano, se pone a vigilar porque me quito la parte de arriba del biquini y dice que un día se asomó un viejo. Ya ves tú: por un solo viejo. Resumiendo, que mi santo tiene el prurito de ser hijo de hortelano y de llevar, por ello, la meteorología en la sangre. Y voy a decir una cosa aun a sabiendas de que va a sonar muy fuerte y que traerá cola: no dan una. Ni él, ni el padre. Cuando viene mi suegro a esta casa y dice: no te lleves el paraguas, nena, que esta nube no trae agua; lo primero que meto en el bolso, el paraguas. Porque entre el padre y el hijo me han hecho pasar experiencias muy chungas. Me río yo de las que pasó Belén Esteban en Ambiciones. Pero no quiero alterarme. A lo que iba, que el cielo se cerró de pronto bíblicamente y si no me salgo del agua echando leches me electrocuta un rayo que cayó en picao. Él no lo reconoce, pero el tío se asustó, vamos, que se cayó y todo del mítico poyete. Ahora que, como es gitano legítimo, lo primero que hizo fue venir corriendo con su toalla de Piolín para taparme las lolas. Por si se asomaba el viejo, dijo. Pero, hijo mío de mi vida, le tuve que decir, con la que está cayendo va a estar el viejo ahí asomado a la valla. Y él luego con excusas: esto ha sido a todas luces imprevisible, esto ha sido consecuencia clara y directa del cambio climatológico, de la gota fría, de la no aceptación de los acuerdos de Kioto. Y yo, mira, ahora es que ni me hables. El tío. A punto estuvo, a lo tonto, de cometer el crimen perfecto. Y prefiero no pensar en este último punto, que me conozco y me obsesiono, que soy muy retorcida. Total, que esta tarde le he dicho, báñate tú, si eres hombre, y me he sentado en el sillón, y es cuando ha llamado mi hermana, y antes de que me soltara el rollo mallorquín, le he soltado yo el rollo tanatorio. Se ha quedado supercortada, fíjate. Yo creo que le ha dado hasta envidia. Es que de siempre me ha tenido celillos.
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