Estado de resaca en la delegación española
La euforia comenzó a subir como la espuma en Edmonton 2001. El atletismo español sólo consiguió en los Mundiales canadienses tres medallas (dos de plata y una de bronce), pero fue tal su riqueza de finalistas (clasificados entre el cuarto y el octavo) que en la clasificación de la federación internacional (IAAF) terminó el sexto, sólo superado por Estados Unidos, Rusia, Alemania, Kenia y Etiopía.
La euforia desbordó el vaso en Múnich, en los Campeonatos de Europa de 2002, en los que España acabó con 15 medallas (seis de oro, tres de plata y seis de bronce), una exuberante cosecha que se interpretó como una confirmación. En aquel agosto alemán, estos Mundiales de París y los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 se veían en la distancia como lugares de exaltación, citas en las que la última generación alcanzaría su cénit.
Pero, en abril, Alberto García, uno de los estandartes de la renovación, dio positivo por EPO. Comenzó la depresión. Desde entonces, con mínimas excepciones -los 1.500 metros de Natalia Rodríguez, los saltos de Lamela y Ruth Beitia y la marcha de Paquillo Fernández, como mucho-, todas las noticias son negativas. Y llegó París. Las expectativas y los cálculos han descendido. Y las bajas han aumentado.
De los medallistas de Múnich faltan Alberto García; Antonio Jiménez Pentinel, Penti, que sufre una crisis de ansiedad; Mayte Martínez, lesionada, y José Ríos, ataque de apendicitis hace una semana. Chema Martínez, oro en los 10.000, se ha pasado al maratón y Marta Domínguez y Glory Alozie están en baja forma. Luismi Berlanas, el otro medallista de 3.000 obstáculos, ha pasado su peor año y llega corto de entrenamientos, David Canal no tiene nada que hacer en el 400 mundial y a Reyes Estévez, el rey español del 1.500, no parece haberle sentado bien su preparación en la altura del Teide.
Pero, pese a esta visión de las cosas y considerando lejanas las posibilidades de Juan Carlos Higuero en el 1.500, aún queda media docena de atletas con posibilidades de subir al podio. Hay tres marchadores -Paquillo, García Bragado y María Vasco- acostumbrados a luchar por las medallas. Manolo Martínez llega como campeón del mundo bajo techo. Yago Lamela está como nunca: el lunes dio el mejor salto mundial del año -8,53 metros, a tres centímetros de su mejor marca- y hasta se asusta de la forma que maneja. Natalia Rodríguez ha seguido progresando hasta una regularidad magnífica y es una más para la lucha por el podio detrás de la turca Sureyya Ayhan. Y, finalmente, Chema Martínez, el campeón europeo de los 10.000 metros, está convencido de que volverá a abrir los brazos en la meta del maratón.
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