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Columna
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Encarismándose

Lo decía Odón Elorza en su entrevista del domingo: "Los políticos deberían masturbarse más. Les aliviaría de muchas tensiones". No me parece una mala sugerencia. Podrían hacerlo, por ejemplo, antes de los plenos, y así como los toreros celebran un pequeño ritual antes de la corrida, ellos podrían echarse una corridita antes del ritual. ¡Qué cosas me hace decir Odón! Me pregunto si será cierto eso que aseguran de él, que es un regalo para los nacionalistas. Recuerdo que accedió a la alcaldía a través de un pacto tras las elecciones de 1991 sin haberlas ganado. Su nombramiento fue un escándalo, sobre todo porque no era nacionalista en una ciudad que por aquel entonces se consideraba nacionalista por derecho propio. Recuerdo igualmente que en aquellas elecciones los constitucionalistas obtuvieron 10 concejales de 27. En las elecciones del 95 los concejales fueron ya 14; 15 en las elecciones del 99 y 17 en las últimas. ¿Se le puede atribuir algún mérito a Odón en ese avance, tan oneroso para los nacionalistas, o hay que considerar que esos logros se producen a pesar de?

Sea o no una simple mascota del cambio, un a pesar de, creo que en San Sebastián se puede hablar de un antes y un después de Odón. Su famoso gesto de enfrentarse a pecho abierto con un grupo de manifestantes en el Boulevard lo convirtió en algo así como un héroe nacional. Por aquellas fechas, no se podía entrar en el Boulevard donostiarra a partir de media tarde, porque un día sí y otro también había alguna algarada; hoy, en ese mismo lugar, proliferan los bares y la terrazas. ¿Se le puede otorgar algún mérito en ello a Odón, o es preciso realizar continuos gestos mediáticos para que a uno le reconozcan el rendimiento de su trabajo? En el consistorio donostiarra hay más concejales constitucionalistas que en el de Vitoria. Sin embargo, Vitoria es considerada el bastión del constitucionalismo, mientras que San Sebastián sigue bajo sospecha. ¿Será debido a que sólo se obtiene el visto bueno constitucionalista si el poder, en este caso la alcaldía, está en manos del PP? ¿O será tal vez que a San Sebastián le exigimos más porque nos traicionan algunos fantasmas y la seguimos considerando intrínsecamente nacionalista? Podríamos quizá considerar las cosas desde otra perspectiva y valorar como muy positivo el hecho de que la ciudad más euskaldun sea ahora mismo la menos nacionalista de nuestras capitales.

¿Tiene carisma Odón? Yo no me atrevería a asegurarlo. Posee una personalidad muy peculiar y tiene estilo, algo muy donostiarra. Si entendemos el carisma, tal como lo definió Max Weber, como una cualidad extraordinaria atribuida a una persona, y por la que a ésta se la considera dotada de propiedades sobrenaturales o al menos excepcionales y no accesibles a los demás, en ese caso el carisma vuela lejos de Odón, pues si algo le distingue a éste es su proximidad a la ciudadanía. El mérito de Odón, en mi opinión, estriba en que trata de convertirse en paradigma de un donostiarrismo que se esmera en redefinir, un modelo que puede resultar atractivo, por lo que tiene de integrador, para una ciudad desgarrada por su pasado reciente: modernidad, innovación y una síntesis entre tradiciones liberales y otras que no lo son tanto. Y que lo hace con cierta naturalidad.

En un artículo titulado Le parole dell´autorità e la costruzione linguistica del leader, Murizio Bettini analiza aquellos términos que habitualmente se utilizan para caracterizar al líder: carisma, autoridad, fascinación, prestigio. Sobre la fascinación dice que la palabra "fascinus" terminó sumando el significado de "miembro viril" a su originario de "mal de ojo", debido a los poderes que la cultura romana otorgaba al falo para conjurarlo. Por eso quizá, todavía hoy, las alusiones fálicas y las actitudes testiculares sean exhibidas por líderes que carecen de fascinación y de carisma: para suplirlos, para encarismarse. Por supuesto, no me estoy refiriendo a Odón, pues su invitación masturbatoria persigue justo lo contrario. Supongo que me entienden.

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