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Columna
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Cuestión de tono

Si en el rechazo del plan soberanista del lehendakari Ibarretxe la diferencia entre el Partido Popular y el Partido Socialista es sólo una "cuestión de tono", la preocupación del ciudadano ante este disparate nacionalista puede limitarse mucho. No deja de ser un grave incordio que, a estas alturas del Estatuto y de la Constitución, el nacionalismo plantee una traumática ruptura con el sistema establecido; pero si la coincidencia en el fondo se produce entre el Gobierno y el partido que lidera la oposición, podemos estar tranquilos. ¿O no?

En toda forma de comunicación humana tan importante es lo que se dice como cómo se dice. Hasta tal punto que la forma de decir una frase puede contradecir totalmente su significado, de ahí que en el teatro tengan que añadirse al texto del diálogo paréntesis para que entendamos lo que se quiere comunicar: (con sorna), (irónicamente), (dulcemente), etc. O que se tengan que añadir paréntesis relativos al paralenguaje: (levantando la mano), (subiéndose a la mesa), (echando mano a la espada). La forma, el tono, el gesto, son tan importantes que forman parte sustancial del mensaje que se transmite. Así que el desencuentro en el tono no es ningún desencuentro sin importancia entre el PSOE y el Partido Popular.

Cuando el PSOE dice que es crispante la respuesta del PP ante el 'plan Ibarretxe', ¿no le da cuartel a éste?
En toda forma de comunicación humana, tan importante es lo que se dice como la forma como se dice

Lo que choca en el tono que ha elegido el PSOE ante este grave problema de Estado que es el plan Ibarretxe es que sea dialogante, no crispante, cuando el que usa con el PP -chapapote, guerra de Irak, el escándalo de la Asamblea de Madrid-, sea bastante crispante, cuando no muy crispante. Ello puede permitir concluir, por el tono, que para el PSOE el principal problema que tiene el Estado no es Ibarretxe sino el PP. Los tonos van en consonancia con la gravedad del asunto, por eso cuando en los mensajes no encajan contenido y tono el saber popular se inventó la expresión aquella de "hablar con la boca pequeña".

Además, acusando de crispante las formas que utiliza el PP ente el plan Ibarretxe, ¿no le da a éste cuartel?; ¿acaso no ademite que en parte es culpa del Partido Popular que Ibarretxe haya presentado su plan?, ¿no empieza a justificarse así el Plan Ibarretxe, máxime cuando se coincide con el PNV en que la democracia española es de baja calidad?

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Total, que cabe la posibilidad de que no exista coincidencia entre el PP y el PSOE en este asunto, ni en ninguno, por sagrado que fueren, por lo que deberíamos seguir preocupados, escudriñando nuestro futuro ante la posibilidad de que prospere, en todo o en parte, de la aventura de Ibarretexe. Demasiadas consideraciones y concesiones se la ha dado en el pasado -y la oferta de diálogo de Zapatero es una más- como para no temer las posibilidades de triunfo, aunque sea en parte, de la propuesta nacionalista.

Quizás falte la conciencia de que la propuesta de Ibarretxe es sencillamente impresentable, y con tonos dialogantes y gesto como el de la entrevista se está asumiendo la presentabilidad de tan imprudente y traumática propuesta. No se es consciente de que la reforma estatutaria propiciada por Pasqual Maragall, por muy constitucional que sea, en estos momentos anima las ilusiones nacionalistas, que el desencuentro con el PP las anima mucho más y que muchos vascos, los no nacionalistas, se sientan desanimados y abandonados a su suerte.

Menos mal que, con rotundidad, José Bono ha acabado por expresar que "España vale mucho más que el PP y el PSOE juntos", y seguro que no lo dice por chovinismo sino porque ese ente unitario y civilizador es el que garantiza los derechos del ciudadano. Lo otro, lo diría Marañón, sería propiciar los intereses reaccionarios de los poderes localistas.

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