Portugal reconoce más de 1.300 muertos por las altas temperaturas

El Gobierno portugués reconoció ayer que al menos 1.316 personas murieron entre fines de julio y el 12 de agosto debido a una "severa ola de calor". La mayoría de las víctimas fueron ancianos, pero las autoridades del Observatorio Nacional de Salud, a cargo del estudio que llevó a estas conclusiones, destacaron que el 10% de los fallecidos tenía menos de 45 años. Ésta es la cifra que consideran más preocupante y, a la vez, más sorprendente.

El Gobierno asegura que el número de muertes "fue minimizado" gracias a medidas de prevención tomadas por el Ministerio de Sanidad en los primeros días de altas temperaturas. Pero médicos y meteorólogos denuncian que las cifras divulgadas ayer son "catastróficas" y que Portugal no está preparado para responder a una emergencia como ésta.

En los últimos días de julio, y tras una alerta del Instituto de Meteorología, los servicios de sanidad y protección civil tomaron algunas medidas para evitar consecuencias graves de la ola de calor en algunos grupos de la población considerados de riesgo, como los ancianos y los enfermos.

Los centros de salud regionales fueron informados sobre la subida inusual de las temperaturas, se instituyó una línea telefónica de consulta y se ofreció información específica en la página web de la Dirección General de Salud. Pero no se activó un plan especial para emergencias.

Según Costa Alves, meteorólogo y responsable de un estudio sobre una ola de calor que asoló Portugal en 1991 y causó más de mil muertos, no es posible activar un plan de emergencia porque éste no existe. El experto considera insuficientes las medidas del Gobierno porque no hubo "movilización de medios humanos" para atender a ancianos que viven solos, por ejemplo. El 74% de los muertos eran personas con más de 64 años.

Costa Alves advirtió el pasado 14 de agosto de que se estaba viviendo "una tragedia oculta" en Portugal debido a la ola de calor. El meteorólogo aseguró ese día que un análisis de las estadísticas llevaría a la conclusión de que muchas personas estaban muriendo por el calor. Señalaba no sólo a los ancianos sin asistencia, sino también las condiciones de algunas residencias para personas mayores donde no existen mecanismos de climatización. Las cifras de ayer le dan la razón.

También la Asociación de Médicos de Salud Pública consideró "catastróficas" las estadísticas conocidas ayer y denunció que los hospitales portugueses no tienen capacidad para responder a situaciones como ésta. Por un lado, porque un tercio del personal está de vacaciones y, por otro, porque hay "carencias graves a nivel de infraestructuras", según Mario Jorge, presidente de la asociación que denunció la falta de aire acondicionado en muchos centros de atención. Mario Jorge asegura que las camas de los hospitales son insuficientes para la entrada excesiva de enfermos y que la misma situación ocurre en invierno ante una ola de resfriados.

Los datos presentados ayer son el resultado de la comparación entre las muertes ocurridas este año y las registradas en igual periodo del año pasado. El aumento verificado -un 37,7%- fue atribuido al calor. Según informaciones de agencias funerarias y hospitales, la zona donde la situación es más grave es Alentejo, donde las temperaturas llegaron a los 44 grados.

Entre el 29 de julio y el 12 de agosto, el 70% del territorio portugués tuvo temperaturas superiores a 40 grados, y en el 97% del país, los termómetros se mantuvieron por encima de los 35 grados.