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Reportaje:

Páginas de arena

Una pléyade de escritores se reúne cada verano en la costa gaditana

Todos son amigos y escritores de éxito, discuten la repercusión de Manhattan Transfer con la misma naturalidad con la que se preguntan por sus hijos o programan la cena. Todos coinciden, un verano tras otro, en la costa de Cádiz. La librería Elcano de Sanlúcar de Barrameda los ha reunido en el ciclo Encuentros con escritores, que concluyó el pasado martes.

Uno de los pioneros del grupo es el granadino Luis García Montero, quien lleva nueve años veraneando regularmente en Rota. Recuperado ya de esa última ola de calor que bien habría merecido unos versos de Dante, el poeta disfruta de las vacaciones como "el momento de dar paseos por la playa solitaria y ver amigos, sin compromisos inmediatos ni disciplina. Viendo los libros amontonados en la mesilla, pienso que el verano es la época en la que el tiempo me pertenece", afirma.

Relectura de clásicos, preparación de artículos y conferencias, cuidar los detalles de una próxima antología... las vacaciones de García Montero no parecen sabáticas. "Al final el verano siempre es corto", lamenta, "uno se va de él sin haber hecho la mitad de lo que quería hacer".

Su colega Benjamín Prado también tiene casa en Rota desde el pasado verano. "Aquí busco a mis amigos, esa especie de colonia platónica y divertida que hemos creado. Éste es un sitio que me gusta mucho desde los años de mi amistad con Alberti, que me descubrió Cádiz", recuerda. A lo largo del mes de julio, Prado fue liquidando sus compromisos con seminarios y cursos de verano mientras leía a Patricia Highsmith, Auden y Wislawa Szymborska. "Lo que más me gusta es leer en la playa, bajo una sombrilla", declara. "En esta estación, lo que uno busca es otro ritmo, cambiar de canción. Casi todos los relatos de mi último libro fueron escritos en verano, por eso he tardado tanto en acabarlo".

La novelista Almudena Grandes se ha convertido en asidua al verano roteño hasta el punto de inspirarle su última novela, Los aires difíciles, que tiene a esta localidad como supuesto escenario. "La novela es estrictamente gaditana, muy condicionada por el clima de aquí y sobre todo por los vientos", dice. Grandes no duda en aprovechar el ritmo estival para seguir trabajando. "Tardo mucho en escribir una novela y cuando empiezo no puedo pararme. Aunque en estas fechas suelo trasnochar, me levanto pronto y dispongo de unas tres horas en las que estoy muy concentrada, me cunden mucho. En una urbanización como la nuestra, levantarse a las ocho de la mañana es como hacerlo en medio de la nada absoluta", asegura. Acaba de terminar las casi 1.300 páginas de El fantasma de Harlot, de Norman Mailer, y disfruta en la compañía de sus compañeros de oficio. "Puede ser chocante que vengamos aquí quienes en Madrid nos vemos todos los días, pero a partir de una edad acabas pensando que tus amigos son tu familia", confiesa.

Otros escritores, como el sanluqueño Eduardo Mendicutti, el roteño Felipe Benítez Reyes y el jerezano José Manuel Caballero Bonald, ofician anualmente como anfitriones de la cita veraniega, en la que también tienen cabida críticos como Miguel García-Posada. "Estas coincidencias me gustan más sin actos serios de por medio, de los que me escabullo si es posible. Prefiero las cenas y las copas", afirma Caballero Bonald.

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