Una excursión a La Pedriza que terminó en tragedia
Cuatro jóvenes de Collado Villalba mueren en un accidente de tráfico cuando se dirigían a la sierra
Una inocente excursión a La Pedriza de unos amigos residentes en Collado Villalba terminó el pasado domingo en tragedia. El Fiat Bravo en el que viajaban cinco jóvenes chocó frontalmente contra un Opel Frontera ocupado por una pareja. Cuatro de los cinco muchachos murieron en el acto, así como la copiloto del Opel. El dolor y los gritos desgarrados de sus familiares presidieron ayer el tanatorio de Collado Villalba, donde eran velados los cadáveres.
El accidente ocurrió a las dos de la tarde del domingo, en el kilómetro 27 de la carretera M-608, en Manzanares el Real, cuando el conductor del Fiat Bravo inició un adelantamiento. No le dio tiempo a acabar la maniobra e intentó volver a su carril, pero perdió el control del vehículo: chocó así frontalmente contra el Opel.
En el interior del Fiat Bravo viajaban cinco jóvenes del barrio del Parque de La Coruña de Collado Villalba, que se levanta tras la estación de Renfe del municipio. Cuatro de ellos murieron en el acto: Israel Escobar Llerena, de 17 años; Javier Romero Ceballos, de 18; Julio Martín García, de la misma edad, y Jesús Sanz Fraile, de 20 años. El conductor resultó ileso. Desorientado por la colisión y preso de una crisis de ansiedad salió corriendo hacia un río cercano.
Israel Escobar estaba trabajando durante este verano en un taller mecánico de Majadahonda. Hacía de este modo prácticas de los estudios de formación profesional. Según comentó un tío del fallecido, su hermana pequeña, Alba, de unos tres años, presintió el mortal accidente que acaba de sufrir Israel: "Estaban viendo las motos en la televisión, cuando de repente dijo en voz alta que su hermano acababa de morir. Habían pasado las dos la tarde. Un familiar le dijo que se callara, que era imposible que algo así hubiera ocurrido". La fatal premonición se confirmó horas después, cuando la Guardia Civil avisó a los familiares.
"Era muy jovial, besucón, cariñoso. Era ante todo muy amigo de sus amigos. Con el dinero que iba a ganar con las prácticas que estaba haciendo quería comprarse una moto", explicó otro tío del joven. Una de sus grandes pasiones era la rottweiler que este familiar le compró hace cuatro años. "Le pusimos de nombre Yuca, pero él cariñosamente la llamaba mi chiqui. No paraba de cepillarla y de jugar con ella", agregó. "Es una desgracia que haya tenido un final tan trágico y encima tan joven", añadió.
Otro de los fallecidos fue Javier Romero Ceballos, que iba a empezar el próximo curso segundo de bachillerato. Nacido en Valdepeñas (Ciudad Real), era el menor de cuatro hermanos. Había vivido prácticamente toda su vida en Collado Villalba. La temporada estival estaba trabajando en una gran superficie de la localidad dedicado a reponer mercancías en la tienda, según comentó un familiar cercano. Sus familiares no paraban de lamentar tan dolorosa pérdida en el tanatorio.
"Las motos eran su gran pasión. De hecho, su padre no le quiso dejar una moto de un hermano mayor porque le daba miedo por lo joven que era", añadió. No tenía novia, debido a "su carácter tímido e introvertido", según este familiar. "Era un chico encantador que se ha criado en un ambiente de universitarios. Todos sus hermanos son ingenieros o licenciados. Él también tenía previsto estudiar una carrera, aunque todavía no se había decidido", concluyó.
Otra de las víctimas, Julio Martín García, también era el menor de cuatro hermanos. Estudiante de cuarto curso de ESO en el instituto villalbino Lázaro Cárdenas, era un apasionado de la música. De pequeño fue integrante de la escolanía del Valle de los Caídos, donde tocaba la guitarra. Con la edad fueron cambiando sus gustos y se decantó por ritmos más modernos, como el rock o el pop.
Su padre, también llamado Julio, le había conseguido para los meses de agosto y septiembre un trabajo veraniego en un almacén de materiales de construcción en el polígono P-29 de Villalba. "Ya había hecho planes de lo que iba a hacer con el dinero. Quería comprarse una mesa de mezclas y zapatillas nuevas, entre otras muchas cosas. ¡Hemos perdido al más pequeño de nuestros hijos!", se desesperaba ayer su padre.
Residente en Madrid
Jesús Sanz Fraile era el único que vivía en Madrid, concretamente en el barrio de Canillejas (San Blas), pero pasaba desde hacía unos 15 años todos los veranos en Villalba, donde sus padres tienen una segunda residencia. Había acabado los estudios de bachillerato en el instituto de La Paloma y ahora pretendía comenzar un módulo superior de informática, "su gran pasión" junto con Internet y el cine, según comentó su padre en el tanatorio. "Su madre le preparó una tortilla y unos bocadillos para pasar el día en La Pedriza", agregó su progenitor. Jesús tenía otro hermano mayor de 22 años.
El alcalde de Collado Villaba, José Pablo González, abandonó ayer sus vacaciones para asistir a la misa conjunta por los cinco jóvenes. Señaló que el Ayuntamiento está prestando toda la ayuda que le es posible a las familias.
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