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Columna
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Fetichismo

El pasado mes de julio se cumplieron 75 años de los sucesos acaecidos cerca del cortijo del fraile, en el municipio almeriense de Níjar. El episodio es bien conocido. José Pérez Pino y su mujer Carmen Cañadas habían planeado que el hermano de José, Casimiro, y la hermana de Carmen, Francisca, contrajeran matrimonio para que las propiedades de las dos hermanas quedaran en la familia. Pero Francisca no estaba enamorada de Casimiro, sino de su primo Curro Montes. La madrugada del 22 de julio de 1928, el día que iba a celebrarse la boda, Francisca se escapó del cortijo del fraile, donde vivía, e intentó fugarse con su primo. Pero José, el hermano del novio plantado, mató al amante de la novia. Parece fuera de toda duda que el suceso inspiró dos obras de ficción: Puñal de claveles, de Carmen de Burgos, y sobre todo Bodas de Sangre, de Federico García Lorca.

El cortijo del fraile, situado detrás de las minas de oro de Rodalquilar, en una llanura onírica, se conserva prácticamente en ruinas. Con motivo del septuagésimo quinto aniversario del asesinato, la prensa local almeriense ha dedicado estos días bastante atención al asunto, y muchas figuras importantes de la provincia han vuelto a pedir la compra del cortijo y su restauración. Ya el año pasado un nutrido grupo de escritores y profesores firmaron un manifiesto en el que pedían la intervención de las autoridades y la creación en el cortijo del fraile de un museo etnográfico del parque natural Cabo de Gata-Níjar.

Cualquier iniciativa que busque restaurar los cortijos que jalonan el campo de Níjar debe ser bienvenida. Se trata de una arquitectura autóctona extremadamente interesante, que sería lastimoso perder. Levantado por los dominicos en el siglo XVIII, el cortijo del fraile es un ejemplo soberbio de lo que significó este tipo de construcciones. Ojalá la Diputación de Almería y la Junta de Andalucía encontraran fórmulas para restaurar éste y todos los que están diseminados por estos desiertos. Bienvenido sería también un museo etnográfico del parque natural de Cabo de Gata-Níjar allí, aunque pille un poco a trasmano, o en el centro de Almería. Y bienvenido otro que recogiese todas las obras y versiones que provocó el famoso asesinato de Curro Montes.

La relación de un suceso real con una obra literaria es siempre un asunto peliagudo y difícil de determinar. El lugar real nunca está en la obra literaria con la misma claridad con la que aparece el hueso bajo la carne de la aceituna. Además, el valor de la ficción que se basa en la realidad radica precisamente en su capacidad para trascender la anécdota concreta y construir un artefacto autónomo y universal. Lorca no habla de Almería, ni de Níjar, ni de Casimiro ni de Francisca. Habla del eterno conflicto entre el deseo individual y las tiranías sociales. Yo, que soy fetichista, también he peregrinado sobrecogido hasta el cortijo del fraile. Pero no me olvido de que aquel impresionante lugar tiene muy poco que ver con la obra literaria. Lorca ni siquiera lo conoció, y a Curro Montes, para más inri, lo mataron a ocho kilómetros de allí.

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