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Español para extranjeros | HUMOR
Columna
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Cucurrucucú

Por una psicodélica asociación de ideas, algunos turistas creen que España y México son lo mismo. Ya ocurría en las películas del Oeste. John Wayne recorría medio país a caballo hasta que, finalmente, cruzaba el Río Bravo buscando armas de destrucción masiva. Molido por la cabalgata, se detenía en una cantina fronteriza en la que, gracias a una extravagante concordancia geográfica, un guitarrista tocaba por bulerías mientras una bailarina se contoneaba en plan Sara Baras y emitía compulsivos olés con acento puertorriqueño. ¿Qué hacía un tablao como aquél en un sitio como éste? Misterio. Total: John Wayne murió creyendo que mexicanos y españoles eran más que cuates, hermanos. La confusión continúa: en nuestras calles vemos símbolos inequívocamente mexicanos sin que exista un acuerdo bilateral que justifique semejante vampirización antropológica. No me refiero a la multitud de restaurantes que ofrecen, adaptada al tiquismiquis paladar local, las reparadoras recetas mexicanas, ni al jugador Rafael Márquez, que ayudará a que el Barça vapulee al Real Madrid, sino a determinados objetos incorporados al imaginario peninsular. Los sombreros mexicanos, por ejemplo.

Se venden en las tiendas de souvenirs junto a castañuelas y flamencas en miniatura. ¿Por qué determinados turistas insisten en lucirlos como si de una boina se tratara? ¿Absorben mejor los efluvios de la cerveza? Pero la cosa no acaba aquí. El otro día, en la puerta de un restaurante, vi un anuncio que ofrecía diferentes paellas: marinera, con verduras, etcétera. Debajo de la hispánica frase "Only paella", también figuraba la... (redoble de tambores) ... paella mexicana. Cada modelo iba acompañado de una fotografía y en la ilustración de la mexicana observé, como hecho diferencial, unas escuálidas salchichas y unos disuasorios trozos de pimiento. ¿Existe tal paella o se trata de un delirio mercadotécnico de franquicia fast food? Por eso sería bueno que los nativos ilustrasen a los visitantes confusos sobre las diferencias entre México y España, sobre todo teniendo en cuenta el creciente turismo mutuo (cada vez hay más españoles que visitan México sin necesidad de exiliarse) y el uso distinto que cada país hace del verbo coger.

Ejercicio del día. Adivine cuál de estas frases pertenece a Nikito Nipongo (seudónimo del ácido crítico Raúl Prieto, que repudia el panhispanismo imperialista de la Real Academia de la Lengua y reclama una gramática que incluya las aportaciones del español americano) y cuál a José María Aznar (corrosivo funcionario que aspira a convertirse en la voz de Los ángeles de Charly, a la que nunca se discute): a) "España va bien", y b) "Donde mejor está un ex presidente es en el olvido". Si desean comprobar hasta qué punto son distintos el español peninsular coloquial y el español mexicano coloquial, comparen las películas Amores perros, Sexo, pudor y lágrimas y Y tu mamá también con Slam, Gente Pez y Al otro lado de la cama o las novelas Diablo Guardián, de Xavier Velasco y La noche obliga, de Montero Glez. Ah, y aprovechando estas dos líneas de artículo que me quedan: besos de los niños y de Silvia para Carmen y Federico, nuestros mexicanos predilectos.

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