Altos cuerpos y grandes cabezas

Todo empezó hace 22 años con un anuncio en el periódico. Solicitaba personas interesadas en transformarse en gigantes y cabezudos para desfilar por las calles de San Sebastián. Rafa Bozal no lo dudó un momento. Siempre le gustaron esas figuras de altos cuerpos y grandes cabezas y, por aquel entonces, a sus 16 años, no se perdía ni una fiesta. Respondió al llamamiento y se convirtió en gigante, personaje en el que todavía se sigue metiendo cada Semana Grande.

Desde su condición de veterano (sólo queda otro porteador y él del grupo inicial), rememora los comienzos de la comparsa. "La consejería de Cultura del Gobierno vasco regaló las figuras al Ayuntamiento para San Juan. Ese día finalmente no salieron y, como habían costado un dinero, se guardaron para Semana Grande", explica Bozal.

Eran ocho gigantes, que representan las provincias de Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y Navarra con sus respectivos trajes típicos de época, en versión masculina y femenina, y diez cabezudos: cinco caballitos de mar y otros tantos animales mitológicos, como el toro, el águila y el león.

Los gigantes originales, que pesan entre 45 y 60 kilos y miden más de cuatro metros, han resistido al tiempo, eso sí, con algunas reformas. Los cabezudos, sin embargo, se fueron estropeando y se sustituyeron por trece nuevas grandes cabezas que encarnan las fiestas donostiarras: la tamborrada, los caldereros, las euskal jaiak... Los motivos se han mantenido, pero en los dos últimos años se han reproducido las cabezas en fibra de vidrio. Y ha debido ser un alivio para sus porteadores, pues ahora pesan un kilo y medio, y no los diez o quince de antes.

A lo largo de estos más dde cuatro lustros, la comparsa donostiarra de gigantes y cabezudos ha tenido mejores y peores relaciones con los políticos locales o, lo que es lo mismo, ha recibido más o menos ayudas económicas y materiales del Ayuntamiento. Pero desde 1997, año en que adoptó la figura legal de asociación, bajo el nombre de Itzurun, mantiene "un buen entendimiento" con el Consistorio, que realiza "un gran esfuerzo económico para mantener el grupo", admite Bozal, sin olvidar el dinero que otros miembros y él se dejaron en su día en el mantenimiento de las figuras.

Tras recordar las enseñanzas que sus compañeros y él recibieron en sus inicios de unos colegas de Pamplona, al veterano gigante se le escapa la sonrisa cuando empieza a describir la reacción de los niños ante su presencia. "La cara de los críos es impresionante. Unos se asustan, otros no. Hay algunos que se te meten dentro, porque sienten curiosidad por saber qué hay", relata Bozal, quien hace danzar la versión femenina de Álava.

La oportunidad de sentir esta sensación por las calles donostiarras se limita a Semana Grande, algo que sabe a poco a la comparsa. "Nos gustaría que el Ayuntamiento recurriera a nosotros en otras fiestas y actos, como, por ejemplo, los hermanamientos con otras ciudades", señala Bozal. En cualquier caso, la Asociación Itzurun, a la que le gustaría tener un local propio, aprovecha cuantas ofertas se le brindan para salir fuera de San Sebastián.