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Reportaje:

El FBI destapa una red de compra y venta de misiles

Un traficante británico negoció con un agente federal encubierto la venta de lanzamisiles para atentar en EE UU

El traficante de armas Hemant Lakhani, británico de origen indio de 68 años, creía tener el negocio perfecto: a través de sus contactos en Rusia podía conseguir lanzamisiles portátiles SA-18 Igla para vendérselos a terroristas islámicos que los utilizarían para derribar aviones en EE UU y estaban dispuestos a pagar grandes sumas. Durante año y medio cultivó la confianza de unos y otros hasta que, finalmente, el trato estaba listo para cerrarse el martes en un hotel de Nueva Jersey. Allí lo esperaba el agente encubierto del FBI que se había hecho pasar por terrorista desde el principio.

El montaje de Lakhani se vino abajo por su indiscreción. En uno de sus frecuentes viajes a Nueva York, poco después del 11-S, se vanaglorió con sus contactos en el círculo del tráfico de armas de que podía conseguir misiles en el mercado negro ruso. Alguien se lo sopló al FBI, que a su vez alertó al FSB ruso (servicio de seguridad federal) y al MI5 británico para que les ayudaran a rastrearlo en Londres, donde reside. Con su detención y el de dos de sus cómplices ha culminado la primera operación antiterrorista tras el fin de la guerra fría en la que cooperan EE UU y Rusia. Ayer se supo que los presidentes Bush y Putin estuvieron informados en todo momento sobre el avance del caso.

El primer cebo se lo tendieron en San Petersburgo. Los agentes del FSB, haciéndose pasar por traficantes, le ofrecieron un lanzamisiles SA-18 Igla, de fabricación rusa, que habían dejado inoperativo. Él aceptó y se lo ofreció a su contacto en Nueva York, que era en realidad el agente del FBI. Tras varias negociaciones, en las que filmaron horas de conversaciones incriminatorias contra Lakhani, llegaron a un acuerdo. El terrorista le daría un adelanto de 30.000 dólares.

Nada más llegar a la reunión del martes en Nueva Jersey, Lakhani ofreció otros 50 misiles del mismo tipo, para lo cual pidió a sus interlocutores otra entrada de medio millón de dólares. Fueron sus últimas palabras antes de que se lo llevaran esposado. La fiscalía federal formuló ayer cargos contra Lakhani por conspirar para proveer apoyo material y recursos a terroristas, contrabando de misiles y por ejercer como marchante de armas internacional sin licencia. Sus cómplices, Moinuddeen Ahmed Hameed y Yehuda Abraham, serán acusados de conspiración y lavado de dinero. Ambos fueron detenidos en Nueva York.

Ninguno tiene aparentemente conexión con Al Qaeda, aunque entre las pruebas contra Lakhani figuran sus comentarios sobre "lo buenos que fueron los atentados del 11-S", explicó ayer el fiscal federal Christopher Christie.

Miles de lanzamisiles portátiles circulan en el mercado negro internacional, de acuerdo con el FBI y otras agencias policiales. La cifra exacta la desconocen, pero saben que Al Qaeda posee cientos, de los que facilitó la CIA a los muyahidín durante la guerra en Afganistán contra los soviéticos. El temor de que los utilicen contra objetivos occidentales se acrecentó tras el atentado frustrado, en noviembre en Mombasa (Kenia), en el que una célula de Al Qaeda disparó -sin acertar- misiles portátiles contra un Boeing israelí. EE UU estudia la posilidad de instalar un blindaje antimisiles en los aviones comerciales, que costaría un millón de dólares por nave.

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