Frente de guerra al norte de Israel
Los recientes choques armados entre el Ejército israelí y Hezbolá ponen en peligro la calma lograda en los últimos años
Aunque el Gobierno israelí parece haber optado por la cautela después de que un proyectil antiaéreo disparado por Hezbolá causara la primera víctima civil en más de tres años, varios de sus ministros amenazaron ayer con tomar represalias contra Líbano y Siria. No obstante, parece que Israel agotará la vía diplomática antes de reactivar eventualmente la confrontación militar, que podría causar grandes pérdidas económicas a las localidades fronterizas. Por este motivo, todos los alcaldes de la zona se reunieron ayer en Shlomi (norte de Israel) con representantes del Ejecutivo para elaborar un plan de contingencia.
La muerte de Haviv Dadon, el joven de 16 años que fue alcanzado el pasado domingo por un proyectil disparado por las baterías antiaéreas de Hezbolá, podría convertirse en un punto de inflexión en el conflicto latente que el Ejército israelí ha seguido manteniendo con el movimiento integrista chií, a pesar de que se retiró del sur del Líbano en mayo de 2000. Entre sollozos, su cuñada Floris, casada con uno de los dos hermanos de Aviv, espetó: "El Gobierno tiene que hacer algo, lo que sea, para impedir que se vuelvan a producir este tipo de muertes injustas, no sólo aquí, sino en todo Israel".
Ayer, el ambiente en Shlomi era desolador. Especialmente en el barrio en el que reside la familia del adolescente, que llegó de Marraquesch hace 32 años, buscando una vida mejor, al igual que muchos de sus ciudadanos, también sefardíes. Acompañado del alcalde, el viceministro de Seguridad Pública, Guideón Ezra, se personó ayer en el hogar de los Dadon para presentar sus condolencias. Al salir, Ezra lo dijo muy claro. "Mire, si aquí la gente no puede vivir tranquila, tampoco podrán hacerlo en Beirut", declaró este político del ala derechista del Likud. "Le aseguro que si los ciudadanos de Shlomi no están seguros, ese puesto de Hezbolá que usted ve ahí dejará de existir en breve", añadió desafiante.
En el trayecto entre Rosh Hanikrá -la localidad más al oeste, pegada a la costa- y Kiryat Shmona -la ciudad más al este, situada al pie de los Altos del Golán- se divisan decenas de puestos de observación en los que hondean las banderas amarillas de Hezbolá. Según Ezra, "quien debe hacerse cargo de esos puestos es el Ejército regular libanés, de forma que la gente de aquí no tenga que temer los ataques de Hezbolá". Por su parte, el Gobierno libanés asegura desear que así sea, pero también argumenta que cuando el Ejército israelí se retiró de la franja sur -que ocupó durante 22 años- lo hizo unilateralmente y sin aviso previo, posibilitando que la guerrilla chií se hiciera con el control de la frontera.
El aparente error de cálculo por parte del entonces primer ministro, Ehud Barak, y el hecho de que éste decidiera mantener en su poder las polémicas Granjas de Sheba -un enclave en litigio situado entre Israel, Siria y Líbano, sobre el que las tres partes reclaman soberanía- ha mantenido latente un conflicto que tras los cuatro incidentes de este pasado fin de semana amenaza con reactivarse.
Los alcaldes y presidentes de los consejos regionales de la zona norte se acercaron ayer a Shlomi para reunirse con una delegación del Ejecutivo, encabezada por el viceministro de Defensa, Zeev Boim. Todos ellos pidieron al Gobierno que establezca un plan de contingencia que les permita reaccionar en el caso de que se reabra la confrontación militar con la guerrilla de Hezbolá, que supuestamente dispone de varios cientos de cohetes Katiusha listos para ser lanzados en el caso de verse atacada.
Aunque el Ejército volvió a negar que sus aviones estuvieran sobrevolando el territorio libanés en el momento en que las baterías antiaéreas de Hizbolá dispararon la mortal ráfaga, el presidente libanés, Émile Lahud, condenó ayer las violaciones sistemáticas de su espacio aéreo por parte de los cazas israelíes. Según un comunicado emitido por su oficina, Lahud acusó a Israel de provocar las acciones armadas de Hizbolá a través de sus constantes ataques que calificó de "terrorismo aéreo".
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