Semana Grande y solidaridad
Los 'arrantzales' que recogen fuel elogian que el cañonazo se dedicase a "gente de la calle, trabajadores"
Pólvora, pero también solidaridad, reconocimiento y reivindicación. Todos estos elementos se mezclaron ayer y alimentaron el cañón del que salió el gran estruendo con el que arrancó la Semana Grande de San Sebastián. El caluroso inicio de las fiestas donostiarras tuvo como protagonistas a las personas que, de una manera u otra, han trabajado y todavía lo hacen para paliar la catástrofe ecológica que levantó el hundimiento en la costa gallega del petrolero Prestige.
El clásico Artillero, dale fuego que precede al cañonazo fue entonado por una representación de los arrantzales que recogen chapapote en la bahía donostiarra y de los voluntarios que no dudaron en partir hacia Galicia para limpiar la marea negra que invadió las costas de aquella comunidad.
El improvisado coro lo completaron cocineros como Pedro Subijana, José Juan Castillo, José Mari Arbelaitz y Luis Irizar, quienes durante los últimos meses han encabezado diferentes iniciativas gastronómicas para apoyar a sus colegas gallegos y recaudar fondos para amortiguar las pérdidas millonarias que causó el hundimiento del buque.
El cañonazo se convirtió de esta forma en un homenaje a todos aquellos ciudadanos que luchan como pueden contra los efectos del fuel y, al mismo tiempo, en una oportunidad para recordar que el problema ecológico causado sigue ahí, acechando las costas del norte, incluida la de San Sebastián, a cuyas playas no dejan de llegar cada día regueros de galipote.
"Pensamos que se podía dar un contenido pedagógico y reivindicativo al acto del Artillero, dale fuego", subrayó el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, desde el balcón del Ayuntamiento, aprovechando el momento para expresar su deseo de que las fiestas transcurran "con mucho ánimo de participación y de diversión para todos", pues "la ciudad está abierta a todo el mundo".
El primer edil se congratuló de que el cañonazo, un acto "todavía muy joven, con diez o doce años, impresione cada vez más". "Espero que se convierta en una auténtica tradición historiada", recalcó, pensando seguramente en los actos de arranque de otras ciudades y sin olvidar que el cañonazo recuerda los tristes episodios que vivió San Sebastián como ciudad militar, pero ahora "en un ambiente festivo y de diversión", ya sin murallas ni cañones en activo.
Txitxo, uno de los arrantzales que colabora en la recogida de chapapote, no se resistió a comentar que "ya era hora" de que el cañonazo, que este año marca el punto de inicio de 150 actividades repartidas por toda la ciudad, estuviera protagonizado por "gente de la calle, trabajadores, y no sólo gente famosa".
Sabiendo de primera mano de qué habla, hizo hincapié en que este acto servirá para que a los ciudadanos no se les olvide que la carga del Prestige sigue causando estragos. "El año que viene en estas fechas seguiremos con este problema", aseguró. A su lado, Michel, uno de los voluntarios que fue a Galicia, añadió que "las fiestas tienen que ser para recordar acontecimientos que han pasado durante el año y han dejado huella, no sólo para divertirse".
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