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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Precisiones

Dentro de la Revista de Agosto del día 6 del corriente, en artículo firmado por Antonio Martínez, mi nombre es citado repetidamente por hechos que fueron noticia dicho día del año 1977. De la lectura del mismo podría deducirse que se produjo el secuestro de la familia que habitaba el piso donde me escondí huyendo de la policía (por aquel entonces, militaba en los GRAPO). El motivo de esta carta es aclarar tal hecho. No hubo secuestro, ni amenazas, ni coacciones, ni retención alguna. Únicamente solicitud de ayuda al objeto de "esconderme" momentáneamente de mis perseguidores.

La veracidad de mi afirmación puede ser constatada en los archivos judiciales, ya que ni siquiera fui procesado por estos hechos, a pesar de que la instrucción cayó en manos del juez Gómez Chaparro, que había hecho su carrera en el antiguo TOP (Tribunal de Orden Público).

Es cierto, que "negocié" mi entrega a la policía (una vez que ésta hubo descubierto mi "escondite") a través de un hombre de gran prestigio, el viejo profesor (el señor Tierno Galván), y de una periodista de EL PAÍS (medio que en aquellos procelosos tiempos de la transición apostaba por el cambio democrático).

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El documento de "entrega", avalado por el profesor Tierno Galván, garantizaba la integridad física, es decir, la ausencia de malos tratos, durante los interrogatorios policiales posteriores, no sólo de mi persona, sino del resto de los que entonces eran mis compañeros de militancia y que habían sido detenidos el día anterior. Gracias a la valentía ética del viejo profesor, que me visitó a diario en las dependencias policiales donde era interrogado, no fui objeto de violencia alguna durante el mismo (salvo, pecata minuta, algún "insultillo" que otro).

No tuvieron tanta suerte mis compañeros de detención, a los que no pudo visitar el profesor Tierno por impedimento policial. Algunos de ellos terminaron ingresados en las dependencias del antiguo Hospital Penitenciario de Carabanchel, gracias a los "hábiles" interrogatorios de los entonces colaboradores del señor Martín Villa, el "sagaz" comisario Conesa y su mano derecha, y no menos "experto" interrogador, el inspector González Pacheco, alias Willy el Niño.

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