Ruina portuguesa tras las llamas
Los incendios, que han quemado unas 162.000 hectáreas, amenazan el futuro de la importante industria maderera
Unas 162.000 hectáreas de territorio quemado en siete meses, 15 vidas humanas perdidas en los últimos 12 días y centenares de casas calcinadas en dos semanas. Es el resultado trágico de la ola de incendios que en las últimas jornadas ha devastado Portugal y que llevó al Gobierno a declarar todo el país como "zona catastrófica". Pero son tan sólo datos provisionales. Ahora, una vez controladas las llamas, es tiempo de conocer el impacto de esta devastación en una economía como la portuguesa, que en una parte importante depende de los bosques y de las industrias asociadas y que, paralelamente, vive un período de recesión y se enfrenta al descontrol de las cuentas públicas por los gastos excesivos del Estado.
"La competitividad de la industria del corcho está en riesgo", dicen los empresarios
Maderas, celulosa, papel y corcho suman el 10% de las exportaciones lusas
Las maderas, la celulosa, el papel y el corcho constituyen el 10% de las exportaciones portuguesas, unos 2.713 millones de euros en el año 2002. El sector representa más del 3% del producto interior bruto, es el único con una balanza comercial positiva y proporciona empleo directo a unas 74.000 personas. Se estima que un 80% del área quemada es bosque, con un valor de 300 millones de euros.
El Ministerio de Agricultura reunió el pasado jueves a las principales asociaciones de propietarios forestales con los mayores compradores de madera, compañías de producción de celulosa y de transformación maderera, para intentar evitar la especulación con los precios de venta de los árboles quemados. Un tronco de pino puede pasar de un valor comercial medio de 40 euros a 4 después de quemado. Estas empresas se comprometieron a mantener los precios actuales de compra de madera, pero el propio ministro de Agricultura, Sevinate Pinto, reconoció al final de la reunión que ese "compromiso no protege del oportunismo de los intermediarios".
El 87% del bosque portugués, que ocupa el 38% del territorio nacional, está en manos de propietarios privados. Los dueños son, en su mayoría, pequeños propietarios. Según la Federación de Bosques de Portugal (Forestis), hay 500.000 explotaciones de pequeña tamaño, cuyos dueños no negocian la venta de maderas directamente con los grandes compradores. "Será imposible controlar los precios", señala Emilio Vidigal, vicepresidente de la Federación de Productores Forestales de Portugal (FPFP). Principalmente, "porque no hay posibilidad de canalizar una oferta tan exagerada", añade.
El gran problema es que no hay tiempo que perder. La madera quemada tiene que ser cortada con rapidez para que no quede totalmente podrida y sin posibilidad de ser utilizada. Muchos árboles están sólo parcialmente quemados, pero su interior sigue sano y con valor comercial.
La experiencia de años anteriores demuestra que no hay resultados prácticos cuando el Gobierno intenta imponer precios mínimos y organizar el mercado de madera quemada. Por eso, el Ministerio, según un portavoz, apuesta en este momento por dar información a los propietarios. Equipos de técnicos especializados viajarán esta semana a las zonas afectadas para intentar hacer un diagnóstico de la situación e informar a los vendedores sobre el valor de su madera. "Pero será muy difícil fijar un precio de referencia", admite la misma fuente.
Un caso especial es el del corcho, que representa el 3% de las exportaciones portuguesas y figura como el único sector en el que Portugal es líder mundial, ya que asegura el 54% de la producción y el 68% de la transformación existente en todo el planeta. Entre 25.000 y 30.000 hectáreas de alcornoque han resultado quemadas en las últimas dos semanas. Portugal, con un total de 730.000 hectáreas, posee el 33% de la superficie de alcornoque mundial. Un alcornoque sólo produce corcho con calidad para ser utilizado tras 40 años de vida. Si no es posible recuperar los árboles afectados, "la competitividad de la industria está en riesgo", según la Asociación Portuguesa del Corcho.
También la industria de la celulosa puede tener problemas, aunque a medio plazo, porque en el futuro inmediato podrá comprar mucha madera y a bajo precio. "En los próximos años existirá un problema de abastecimiento, porque se quemó en dos semanas la madera disponible para tres años", aclara el director de la FPFP.
Invertir para reforestar
Fuera de cuestión parecen estar indemnizaciones a los productores -los que salen más perjudicados con la crisis- y la aprobación de un presupuesto excepcional para la reforestación de las áreas quemadas como pide la FPFP. El Gobierno considera suficientes los entre 35 y 40 millones de euros de ayuda a los propietarios y a los agricultores afectados anunciados la semana pasada, y pretende financiar todos los proyectos de reforestación con programas comunitarios ya existentes. Las asociaciones de propietarios calculan que la reforestación costará por lo menos de 150 millones de euros.
"Ésta es una situación de tragedia, no es tiempo de ahorrar", acusa Emilio Vidigal. El Gobierno portugués ha hecho del control de los gastos del Estado su principal misión. Su objetivo es mantener el déficit público por debajo del 3% del PIB como exige el pacto de estabilidad y crecimiento de la zona euro.
Varias medidas de contención de gastos han sido tomadas en el último año, entre ellas una disminución en un 25% del presupuesto destinado a la prevención de incendios. Consiguió ahorrar cuatro millones de euros. Ahora, y ante daños globales estimados en mil millones de euros, el Ejecutivo de Lisboa tendrá que gastar bastante más.
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