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Reportaje:

Las vacaciones azules de los niños del desierto

Familias e instituciones dan la bienvenida a centenares de niños de los campamentos saharauis

Mientras el jueves el Consejo de Seguridad de la ONU aprobaba una resolución sobre el conflicto del Sáhara Occidental que respalda el Plan Baker, un centenar de niños saharauis correteaban por el parque municipal de Mutxamel (L'Alacantí), ajenos a unas negociaciones claves para su futuro inmediato.

Mohamed Fade, de ocho años, es uno de los 500 pequeños procedentes de los campamentos de refugiados en Argelia que han llegado a la Comunidad Valenciana para huir del infernal verano saharaui

[ayer Tinduf registraba 46 grados a la sombra]. Es el segundo verano que Mohamed disfruta de los meses de julio y agosto en Mutxamel con una familia española. Su madre adoptiva, María Olmedo, lo acogió hace dos veranos para poner, dice, su particular grano de arena a la ingente labor humanitaria que precisa este colectivo. "Ya es un miembro más de la familia", dice mientras el pequeño le tira del brazo. "Mamá, ¡que los demás ya están merendando!", le espeta el pequeño.

"Me quiero quedar por la playa, la piscina y los 'power ranger", dice un chiquillo

Ayer, la Coordinadora de Asociaciones de Amistad por el Pueblo Saharaui -que engloba a 13 asociaciones de la provincia de Alicante- celebró un acto de bienvenida a los 150 niños adoptados por este verano por familias alicantinas. Un acto similar se celebró en el Ayuntamiento de Canals (Ribera Alta), con una recepción a los niños saharauis que veranean en poblaciones de la comarca.

Mientras tira del brazo de la madre adoptiva, Mohamed grita que se quiere quedar en España porque le encanta la playa, la piscina y los power ranger. Al acto, acudieron los padres adoptivos, mayoritariamente mujeres, con los pequeños. Tampoco faltaron aquellos que tradicionalmente optan en verano por engrosar el número de miembros de la familia pero que, en esta ocasión, no ha podido ser por inconvenientes laborales. Éste es el caso de Paqui Mayor, una administrativa residente en La Vila Joiosa (Marina Baixa) que durante cuatro años acogió a dos niñas saharauis, Minatu y Fatimatu. Paqui aplaude la iniciativa del programa Vacaciones en Paz -operativo que desde 1992 ha desplazado a Alicante a cerca de 2.000 menores del Sáhara Occidental-. "Es una forma de sensibilizar a la población española de lo mal que lo pasa esta gente", dice. Sin embargo, esta mujer insiste en que los pasos claves han de darlos los políticos. Por ello, con un matiz irónico, recomienda a la clase política que disfruten de sus vacaciones en los campamentos. Esta mujer narra cómo los pequeños, tras su breve estancia en España, regresan el verano próximo más reivindicativos. "Es increíble lo solidarios que son. Te dan una lección de generosidad", apunta.

La implicación de Ángela Llinares, una vecina de La Vila Joiosa, viene de ocho años atrás cuando visitó por vez primera los campamentos de refugiados. "Cuando llegué me pareció haber bajado a los infiernos", relata. Su experiencia fue de tal impacto que desde entonces no hay verano que su casa no tenga un pequeño inquilino saharaui. "Se tratan de niños que creen que el mundo es suyo y es, por eso, que te asustan". "Hay que tener presente que estos críos no entienden las reglas", apostilla. Su último invitado es Abderramán, un niño de diez años, quien ya estuvo en España el pasado verano. Durante su estancia, los niños son sometidos a exhaustivos exámenes médicos para tratarlos de las dolencias que sufran. Los pequeños regresarán a su cruda realidad a finales de agosto.

Hoy, la directora general de Inmigración de la Consejería de Bienestar Social, Lina Insa, asiste a los actos de bienvenida organizados en Oliva.

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