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Entrevista:Tim Powers | CAMINOS DE LA FANTASÍA

"Subvierto la historia real con magia"

Pocas experiencias tan intensas depara el género fantástico como la lectura de las novelas de Tim Powers (Buffalo, Nueva York, 1952). La extraordinaria Las puertas de Anubis, en la que mezclaba los viajes en el tiempo, el Londres de Coleridge y la magia del Egipto faraónico, le situó en las cimas del género, posición que se ha visto refrendada con obras como En costas extrañas, en la que juntó las aventuras de piratas y el vudú, o La fuerza de su mirada, donde reunió a Byron, Shelley y Keats -Powers es especialista en los poetas románticos ingleses- con criaturas vampirescas, lamias. Su nueva creación, Declara, es un asombroso híbrido de novela de espías con horror lovecraftiano.

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PREGUNTA. Ahora espionaje. Es usted muy riguroso en recrear ambientes y personajes históricos para luego dinamitarlo todo con la irrupción de lo sobrenatural.

RESPUESTA. El tratamiento realista da verosimilitud, de manera que cuando aparece el elemento fantástico resulta de lo más convincente. Quiero que el lector crea que lo que narro es real. Así que me esfuerzo en desarrollar un escenario histórico lo más perfecto posible, con el máximo de detalles.

P. ¿Cómo elige los temas?

R. Empiezo sin un objetivo concreto. Simplemente algo me interesa, me llama la atención. En Declara fue la atracción que me produjo observar tantos enigmas en la biografía de Kim Philby, el topo soviético en el MI6. Entonces me pongo a documentarme. Descubrí que en Philby hay aspectos que invitan a imaginar una presencia sobrenatural guiando su destino. Trabajo con la mentalidad de un un fanático de la teoría de la conspiración: busco claves ocultas en la historia, secretos. ¿Qué trataba de ocultar Lawrence de Arabia? Es como una locura con la que alumbro una construcción casi matemática, sin fisuras. El puzzle encaja tan perfectamente que hasta yo me acabo creyendo que Barbanegra tenía un pacto diabólico o que la URSS se sostenía gracias a un djinn, un genio hallado en el desierto. Una consecuencia de trabajar así es que a diferencia de otros escritores soy consciente de que no ofrezco una versión fiable de la historia.

P. Usted conoció bien a Philip K. Dick.

R. Fuimos amigos, y vecinos. Él era una excelente persona, con sus obsesiones, y dependencias pero de una gran generosidad.

P. ¿Por qué esa obsesión por la magia y lo sobrenatural?

R. Como lector o espectador lo que agradezco de la experiencia artística es esa sensación de vértigo que se expresa en el vello erizado. Para mí siempre se produce ante la mención de lo sobrenatural. Quizá ser católico practicante me haga especialmente crédulo.

P. El tema del cambio de identidad, como el de la poesía, es una constante en su obra.

R. Es cierto, quizá porque es algo que me asusta. Que a uno le saquen de sí mismo, como a un cangrejo ermitaño, me parece muy terrible. Seguramente resuena ahí el temor a la pérdida del alma, que, naturalmente es lo que da tanto miedo de Drácula. En un libro de literatura fantástica que te maten no es lo peor, es lo mínimo.

P. La magia en sus novelas parece estar sometida a ciertas leyes físicas.

R. También ahí busco ofrecer una dosis de verosimilitud. La magia, entonces, no es algo absolutamente aleatorio, sino que tiene leyes. Por ejemplo, el fuego mágico provoca retroceso, la magia posee un olor, a hierro, lo que explica por qué la sangre posee poderes mágicos...

P. Es curioso que escriba de estos temas usted que por ser religioso no ha de creer en ellos.

R. Ah, pero mucha gente que me lee no lo es. Y yo no soy nada proselitista. No quiero convertir a nadie, quiero que me lean.

P. Creo que quiere utilizar a Gurdjieff como personaje.

R. Me resulta interesante. Era como otros teósofos, pero con sentido del humor.

P. Dígaselo a Katherine Mansfield.

R. Es cierto que ella murió a causa del rigor de la disciplina esotérica de Gurdjieff, que fue su maestro, su gurú, como también del círculo de Frank Lloyd Wright. Nunca he creído en sus teorías, pero resultan muy coloristas. En fin, mi nueva novela está ambientada en Los Ángeles y tiene que ver con la estancia de Einstein allí en los años treinta. Hay muchas cosas inexplicables en la vida y el comportamiento de Einstein...

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