Cumbia Glam

Llega al escenario y cuelga su extravagante chaqueta al fondo, arriba y bien a la vista para que presida el concierto. Es la que muestra en la portada de Sur o no sur, su reciente disco. La prenda luce anagramas aparentemente andinos, que recuerdan también a la iconografía con que los nativos de Alaska adornaban sus piraguas y tiendas. Johansen es fruto de esas culturas, y en la música ha encontrado la plataforma donde mostrarla.

Principalmente hace cuarteto (precedente argentino de la cumbia), pero suena a la vez candombé, tango, jazz, merengue, milonga, folk, pop, lounge, bossa... y no es fusión, concepto que expresa uniones con culturas ajenas. En él todo suena natural, como una cosa única. No tiene que buscar fuera de sí mismo, pues no en vano nació en Alaska de padre estadounidense y madre argentina. Vive ahora en Buenos Aires, pero también lo ha hecho muchos años en Nueva York. Su música podría ser la que buscaba David Byrne en los tiempos de Rey Momo y otros discos con los que quiso alatinarse. Byrne era sólo sajón, y no llegó a la síntesis perfecta de Johansen.

Emociona por igual en inglés o español y sus canciones son un derroche de imaginación. No se sabe cómo, no usa la electrónica ni la extravagancia -salvo en su chaqueta-, pero dota a la cumbia de modernidad. Su guitarra es de palo, lleva un sencillo pero muy eficaz grupo y sus letras hablan de lo de siempre: de amor y de vida. Sin embargo, parece un artista de otro planeta. Medio irónico, medio trascendente, Johansen se perfila como una de las estrellas de inmediato relumbrón.