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Fiesta sin humo y a media luz

El turismo y la cultura, sin personajes de oportunidad, exigieron la media luz y la ausencia del humo de cigarro y del vapor de la comida caliente. La cena de personalidades para celebrar los 100 años del Gran Hotel de Palma, una joya del modernismo de Doménech i Montaner, se celebró entre cuadros de Anglada Camarasa, y para preservar las pinturas hubo baja intensidad de luz, cena fría y veto al tabaco. En 1903, el turismo de masas no se intuía y el minoritario negocio del ocio y de los viajeros se denominaba La industria de los forasteros. El mallorquín que dirigió La Vanguardia, Miquel S. Oliver, encabezó el movimiento para alzar el Gran Hotel a manera de tótem y apuesta. Josep Pla, Joan Estelrich y Joan Alcover escribieron, disertaron y se hospedaron en él. En 1936 también se truncó la trayectoria hotelera y el franquismo mutiló la construcción para convertirla en oficinas. Hace diez años, la Fundación La Caixa rescató el monumento y creó una gran factoría cultural de la mano de Pere Nicolau. Dos millones de personas han acudido a las exposiciones y conferencias que la fundación allí celebra; el último llenazo, con pantallas en salas anexas, lo suscitó Maruja Torres hablando para médicos de sus manías. El responsable en Baleares de La Caixa, José F. Conrado, glosó en la cena la biografía y la vida actual del Gran Hotel y fue el anfitrión de políticos, agentes culturales y de las ricas estrellas del turismo del siglo XXI, las familias Barceló, Ramis, Hidalgo, Porto, Esteve y Fluxá, entre otras.

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